Page 657 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
infringía las leyes y me hacía acreedor al desagrado del Rey y sus magistrados,
puse la respuesta de f..., patentizando, difusamente, los poderosos motivos en
que fundaba la negociación de ellos».
«Con el objeto de enterar caudales respectivos a los Reales Tributos
de mi cargo, me trasladé luego a esta Ciudad, y sin embargo de hallarse sos-
tenida, y aun aprobada mi resistencia por la novísima ley que allí se cita, he
sabido que el Reverendo Obispo de esta diócesis ha comunicado las órdenes
más estrechas a su Provisor, para que me fije por público excomulgado, sin
facultad de absolverme, mientras no entregue los presos. Todavía no ha tenido
efecto, pero según el capricho de este Prelado (bien acreditado en los últimos
sucesos de esta República), es temible que por llevar al fin el atentado, se preci-
pite hasta este extremo; mas para evitar tal escándalo, tengo determinado salir
mañana aceleradamente para mi Provincia, si puedo evacuar hoy los asuntos
del Real servicio que aquí me han traído, con ánimo resuelto de arrestar a
cualquiera que el Obispo envíe a mi territorio con semejante comisión; y aún
al mismo Obispo si se atreviere a ir en persona a intimarme las Censuras.
Cuya determinación espero me apruebe la justificación de Vuestra Excelencia,
viendo comprobado en los autos que estos eclesiásticos (abusando de mi su-
frimiento), han pisado las Soberanas Regalías del Monarca, despreciando los
estatutos que más afianzan su Corona. Nuestro Señor guarde la Excelentísima
Persona de Vuestra Excelencia los muchos años que deseo.- Cuzco y Julio 26
de 1780.- Antonio de Arriaga.- Excelentísimo Señor Virrey Don Manuel de
Guirior».
Nota.- Aunque no se entregó esta carta, se presentó a la Real Au-
diencia, oportunamente, el testimonio que en ella se cita, el cual debe existir y
correr con los otros autos.
Apéndice XIV
Jamás ha conocido el Ilustrísimo Obispo del Cuzco ni la lenidad, ni la
conmiseración; porque su espíritu es más a propósito para militar que para
Prelado, y aún para eclesiástico. La codicia del Señor Moscoso es extremo-
sa, porque sobre no conocer el ejercicio de aquella admirable virtud de la li-
mosna, tan recomendada por las Divinas Escrituras a todos los fieles, y par-
ticularmente a los Obispos, no piensa en otra cosa que en adquirir y atesorar
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