Page 638 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
P. 638

Volumen  1
                                                                          La verdad desnuda
                    «Este hecho, tan constante y tan público, presenta la idea más cabal del
            carácter del Obispo del Cuzco. Y el sólo es capaz de acarrearle la maldición
            de Dios y el odio de los hombres. Todos acreditan la más clara infracción de
            las leyes divinas y humanas; luego, queda probada superabundantemente mi
            segunda proposición y, consiguientemente, los dos puntos que propuse».
                    «Además: este Reverendo Obispo se supone tan absoluto que defiende,
            públicamente, puede conocer y proceder en todo género de causas indistinta-
            mente contra eclesiásticos que contra legos, de lo cual es buen comprobante
            el proceso que, en esta ocasión, remito a Vuestra Excelencia; en su Tribunal
            aseguran se vende justicia, y lo persuade así la desatención con que se miran
            en él las causas de los pobres, según lo están experimentando los indios de Co-
            poraque en las justas quejas que han interpuesto contra su Cura, Don Vicente
            de la Puente. Este, sin embargo de su perversísima conducta, es confidente del
            Obispo, y le dispensa el mayor aprecio, sin duda porque lo considera instru-
            mento a propósito para llevar adelante sus delincuentes ideas. Y  en una palabra,
            Excelentísimo Señor, según el modo de pensar  de este Reverendo Obispo y sus
            súbditos,  son temibles  las más fatales consecuencias, si no se aplican oportu-
            namente  los más específicos remedios,  contra  una dolencia que ya aparece
            incurable».
                    «Yo quisiera, Señor Excelentísimo, no hallarme en el día de beligerante
            con el Obispo del Cuzco, a fin de que mis expresiones no padeciesen la nota de
            apasionadas, para que tuviesen todo aquel valor que merece la realidad y jus-
            tificación de ellas; porque ciertamente no las anima otro espíritu que el de mi
            amor al Rey, a su Jurisdicción Soberana y a la Patria. Pero si la alta penetración
            de Vuestra Excelencia notase algún ardimiento excesivo en ellas, le suplico
            rendidamente me disculpe, contemplando los justísimos motivos que estimu-
            lan mi celo, deseoso de que no padezcan la menor desfalcación los Dominios de
            nuestro Católico Monarca, como es de temer, si no se acude con un pronto reme-
            dio. Y para mí no tiene duda que sin embargo de haber dado a Su Majestad,
            en más de treinta años de su Real servicio, testimonios nada equívocos de mi
            fidelidad y arreglada conducta, no he contraído mérito de naturaleza tan rele-
            vante como el ejercicio y sagacidad con que me he manejado en la versación
            con este Prelado en la causa indicada».
                    «Nuestro Señor guarde la importante vida de Vuestra Excelencia los
            muchos años que deseo.-Tinta y Julio 11 de 1780.- Excelentísimo Señor.-
            Antonio de Arriaga.- Excelentísimo Señor Virrey Don Manuel de Guirior».



                                               637
   633   634   635   636   637   638   639   640   641   642   643