Page 484 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
privándole del conocimiento de una causa que indudablemente tocaba a su
Juzgado por la naturaleza de ella, y por el fuero de los que se decían culpados.
11.-Insistió sin embargo el eclesiástico en el arresto de los citados ve-
cinos, y huyendo el Corregidor de entrar en competencias con Vuestro Re-
verendo Obispo, porque conocía, mejor que ninguno, su modo de pensar y
recelaba fatales resultas si lo hacía, ya por hallarse conmovidas a la sazón las
Provincias (especialmente la ciudad del Cuzco) y ya por el poderoso partido
que tienen los eclesiásticos en aquellas partes, libró mandamiento de prisión
contra ellos, y fueron conducidos a la Cárcel de Tinta, donde permanecieron
desde 31 de Mayo hasta 7 de Julio, con grave perjuicio de los presos y del Co-
rregidor: de aquellos porque separados de su vecindario tenían abandonadas
sus familias y haciendas; y de éste porque los mantuvo a su costa todo ese
tiempo.
12.-Con esta excesiva condescendencia se manejó Don Antonio de
Arriaga por llevar adelante sus ideas de mantener en paz la Provincia de su
cargo, y seguir en buena armonía en la Curia Eclesiástica del Cuzco, creyendo
que Vuestro Reverendo Obispo estimaría por bastante satisfacción un arresto
tan dilatado, de los que sólo en su concepto habían ofendido su autoridad. A
este fin se lo avisó al Comisionado Rivero; pero lejos de pensar con la manse-
dumbre que debía, ni apiadarse, le reiteró nuevas órdenes llenas del espíritu
más sanguinario, previniéndole les recibiese sus confesiones y los condujese
bien aprisionados al Cuzco. Para el cumplimiento de uno y otro, exhortó al
Corregidor y éste amante de la pública tranquilidad repitiendo las protestas
convenientes a favor de las regalías de su Juzgado, mandó a los presos compa-
reciesen ante el Comisionado eclesiástico a efecto de prestar su confesión; y
aunque ellos alegaron inmediatamente la incompetencia del Juez a que los so-
metía, decretó que se cumpliese lo mandado, y en su consecuencia fué Jacinto
Mesa el primer llamado a declarar.
13.-Antes de cerrar su confesión este individuo, quiso que se inserta-
se en ella cierta protesta que llevaba escrita, considerándola conveniente para
la defensa de su derecho; y en lugar de condescender en esta justa solicitud el
Comisionado del Obispo, irritado de que Mesa se excusaba a firmar la dili-
gencia, sin esta circunstancia, le dió en el rostro una fuerte bofetada. Quéjose
el agraviado al Corregidor, y habiendo averiguado éste ser cierto el insulto de
Mesa mandó que los otros presos suspendiesen el comparendo.
14.-Cansado el Corregidor de sufrir tantos desafueros, libró al Co-
misionado del Reverendo Obispo un exhorto, previniéndole se abstuviese en-
teramente del conocimiento de la Causa, y remitió a un Profesor del Cuzco,
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