Page 480 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
FUNDAMENTO PRIMERO
REPRESENTACION DIRIGIDA AL REY POR DON MIGUEL DE ARRIAGA
Y DON EUSEBIO BALZA DE VERGANZA CON FECHA
DE 24 DE DICIEMBRE DE 1780.-
SEÑOR.-
Llenos de aquel dolor que produce, necesariamente, la naturaleza en
el hombre, al ver derramada injustamente la propia sangre; pero desnudos no
obstante, en obsequio de la Religión, de los bastardos sentimientos de ven-
ganza, tan propios de la Carne cuanto opuestos al Cristianismo, ocurrimos
al Trono de Vuestra Majestad, donde tanto brilla la piedad y la justicia; no
demandando ésta contra los autores de la alevosa muerte, perpetrada por trai-
dora mano de uno de vuestros más celosos ministros y en uno de vuestros más
fieles vasallos, cual lo era Don Antonio de Arriaga, Corregidor nombrado por
Vuestra Majestad de la Provincia de Canas y Canches, o Tinta, nuestro her-
mano y tío respectivo, por los que tenemos perdonados en observancia de la
Divina Ley; sino implorando aquella para que, condolido Vuestro Magnáni-
mo Corazón de la ruina. que nos ha acarreado esta desgracia, se digne Vuestra
Majestad, por un efecto de su benignidad soberana, dispensarnos alguna mer-
ced capaz de repararnos la cuantiosa pérdida de intereses que sufrimos por
este suceso, según adelante se demostrará; declarando al mismo tiempo para
honor de la familia, que Don Antonio de Arriaga llevó su deberes, con una
prudente, arreglada conducta, hasta sacrificar su vida en servicio de Vuestra
Majestad.
2.-A esta justa solicitud nos mueven las repetidas experiencias que
tenemos de la liberalidad con que Vuestra Majestad ha premiado el mérito
y los distinguidos servicios, en estos últimos tiempos, de que son testigos los
Velascos, los Lángaras y tantos otros vuestros oficiales de Ejércitos y Arma-
das, que con su muerte o heridas glorificaron la Nación, e hicieron felices sus
Casas. Las acciones heroicas de estos soldados no consintieron en otra cosa
que en cumplir su obligación en los sangrientos ataques de una brecha, o en la
vigorosa defensa de una Escuadra contra enemigos de superior fuerza; y Don
Antonio de Arriaga seguramente hizo lo mismo en el puesto en que Vuestra
Majestad lo destinó, según nos proponemos probar en esta representación.
Para verificarlo con la debida claridad dispénsenos Vuestra Majestad la mo-
lestia de referirle los antecedentes que lo condujeron a un fin tan trágico, para
que su Soberana penetración infiera, por legítimas consecuencias, los autores
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