Page 179 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            por el general del ejército conduciendo el reo eclesiástico, cura de la doctrina
            de Asillo, D. José Maruri; y variando el visitador las primeras disposiciones,
            le encargó á Velasco con su segundo Moscoso el comando de los puentes de
            Urcos, Caicay y Quiquijana, en que se pusieron las guarniciones necesarias
            como convenia, para mantenerles defendidos, como lo hicieron, rebatiendo
            valerosamente varias embestidas de enemigos, principalmente en el pueblo
            de Quiquijana, con muerte de muchos indios, cuyas cabezas pusieron en di-
            chos puentes; el visitador mandó pasase Laysequilla con la demas gente y del
            capitan Astete á repetir los escarmientos á los indios de los altos, lo que ejecu-
            taron, castigándoles con algunas refriegas á que se presentaron, y retirándoles
            de los sitios que ocupaban, siguieron las alturas hasta salir á los pueblos de la
            provincia de Tinta; de donde se retiró Laysequilla á la de Chumbibilca, que
            tenía á su cargo, y la tropa se restituyó á esta ciudad. Eran incesantes los cui-
            dados que se le repetian al visitador con las noticias que de todas partes se le
            comunicaban de la inquietud que padecian los pueblos con las asomadas que
            hacian los enemigos, principalmente los de las alturas de Urubamba y Calca,
            y no satisfaciéndose su deseo con las providencias que expedia, determinó
            pasar personalmente á su reconocimiento, como lo hizo, llevando consigo la
            compañía del comercio y otra partida más de la tropa de esta ciudad, con lo
            que corrió los pueblos de ambas provincias por su quebrada, y despachando
            emisarios que persuadiesen á los alterados se aprovechasen de los beneficios
            del perdon que á presencia suya se les concedia; hubo algunos que bajaron
            á recibirle, y con sumisas demostraciones ofrecieron la obediencia, de que
            quedó muy satisfecha, encargando á los curas les predicasen y consolasen con
            los beneficios espirituales de que habian carecido, principalmente al de Cal-
            ca D. Mauricio de La Peña, cuyo celo fué distinguido en sus exhortaciones,
            constante permanencia y persecuciones que toleró, les gratificó y agasajó con
            liberalidad, y nada dudó de la firmeza de la fe que ofrecieron guardar. Pero
            la inconstancia de aquella infeliz gente dió a conocer luégo sus maliciosos
            engaños, pues de allí á poco tiempo volvieron á nuevos insultos y robos, que
            hicieron precisa la persecucion para castigarles y mantener con cuidado la
            guarnicion de aquellos pueblos. Aumentó la del puente de Caicay, tránsito
            para la comunicacion de Pancartambo, que á cada rato la impedian los rebel-
            des, nombró por comandante particular de aquel puesto á D. Ramon Troco-
            nis, y este caballero, jóven que anhelaba el desempeño de su honor, viendo se
            le acercaba una partida gruesa de enemigos, mandó disparar un cañon á que



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