Page 40 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Volumen 3
Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
Berrospi por Visacaca decían Rodríguez y mi parte: mata, mata; y me admira,
que Don Domingo Berrospi en el Octavo número de su Declaración conceda
lo que Talancha dice en la Sexta respuesta «que también conoció las voces de
Rodríguez y Pérez» sin expresar esas esencialísimas palabras de mata, mata; la
verdad es que no consta que a nadie matasen, prendiesen o robasen. Manuel
Carrillo confieza que por tal Capitán conoció á Pérez y á Ygnacio Rodríguez,
aqui tenemos otra contradicción y es la de ¿si podremos creher que los Yn-
surgentes escojan por su Capitán a un chacarero que jamás se empleó en otra
cosa que en la coyunda después que numera en su edad Setenta años? Sea todo
así, ó como se quiere interpretar; la maior decición que prueva la inocencia de
mi parte tanto en este punto, quanto en los demás de su causa, es que abando-
nando su trabajo, y desamparando su familia fue llebado á pernoctar, y pasar
infinitos trabajos por los Ynsurgentes al punto de Visacaca.
¿Por acaso se podrá dar lugar en el mas estúpido entendimiento, que
un hombre honrado deje sus hogares boluntariamente, y los exponga con sus
vienes á las infinitas, y raras consequencias que origina una Rebolución; ó
que al menos los Ynsurgentes y salteadores se los saqueen, por ir á guardar
Visacaca? Que ¿allí también havía algo que robar con los Ynsurgentes como
lo denuncian los Testigos? En una palabra ó ser Francisco Pérez de pécimos
arcanos, y malas operaciones desde los años pretéritos a la Sublevación no
se dificulta que huviera dado indicios de ello; y a buen seguro, que ninguna
persona sacrificase su Alma, y crédito por aborar su conducta. Aquí tenemos
el maior convencimiento que esclarese la inosencia de mi parte en Ia materia
de la Ynsurrección, y de incidencias; y acordándonos de lo que generalmente
Declaran todos los Testigos del Proceso quando por acaso Pérez llegase a tener
una leve vislumbre de culpa inboluntaria, de todo punto lo salva de ello aquel
grave miedo, con que la Pleve desenfrenada coactava á los leales para la siguie-
sen en su tiranicos, é inhumanos desconciertos.
Don Manuel Talancha en su Declaración asegura, que mi parte y su sue-
gro a presencia suya dieron cuenta a Castillo que havían ido á Huamalíes, y á
sus Pueblos de Givía, Yacos, Mangos, Chaulan, y Caina á seducir á la gente por
mandato de su General Castillo. En igual modo lo Declara porque lo oyó de
boca de los Yndios. Castillo lo confieza «y se acuerda, que él firmaba las órde-
nes que le llegaban» mi parte lo concida, y en todo lo que expone en el número
Tercero de su confeción, no da otra cosa, que una prueba viva, y sencilla de que
temeroso de los daños que le podían sobrevenir, pasó a los Pueblos citados; en
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