Page 43 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La Rebelión de Huánuco de 1812
le den los testimonios conducentes por el Actuario de la Causa, para que en
todo tiempo le sirvan de Documento para quanto le comvenga, etc.
Jose de Binia (Rubricado).
(En blanco)
(Margen superior derecho):
Domingo Palomino, que no maquinó la rebolución por que estaba he-
cha, y él fue uno de los muchos que quisieron salvar su vida manifestando en
lo exterior seguir a los Rebeldes, sobre lo qual concurre su ignorancia y rudeza.
(Al margen)
Huánuco 19 de Mayo de 1812. A los de su Materia. Gonsales (Rubricado).
Ante mi: Nicolás Ambrocio de Ariza (Rubricado). Mariano Flores (Rubricado).
Señor Gobernador Yntendente
Don Francisco Calero, á nombre y como defensor de Domingo Palo-
mino, en los Autos criminales que contra él han resultado, sobre juzgársele
incurso en la insurrección de esta Ciudad, y lo demás deducido, respondiendo
al traslado de los mencionados autos, en que se le culpa haber sido uno de los
que exercía la Plaza de Capitán, ó Comandante de los Yndios, digo: Que la
esclarecida justificación de Vuestra Señoría se ha de servir sobre tabla mandar
soltar al expresado mi parte de la carcelería en que se halla; y en su conce-
quencia declarándosele libre de toda nota é infamia; pues así es conforme á
derecho, favorable y siguiente.
No hay, ni puedo presentarme jamás cosa más fácil que salvar a mi
cliente. En vano es ocurrir á miserables efugios, que no servirán sino de com-
prometer la suerte de mi defendido. El nombre solo de revolución amedrenta
y espanta. En la de esta ciudad yo distingo dos clases. Revolución puramente
de Yndios: revolución de yndios con mestizos. En la primera los Yndios solos
lo hacían todo; en la segunda incorporaron á los últimos. Esto fue público y
notorio. Los yndios tomaban á los que encontraban, y los hacían ir por delante
de ellos de por fuerza, destinando á cada uno de estos sus correspondientes
trozos. Algunos, y entre ellos mi parte, viendo que de otra manera no podían
librarse del furor de los enemigos, se determinaron a mesclarse entre ellos cre-
yendo así asegurar mejor sus vidas. Tal sucedió a Domingo Palomino aunque
nunca como General ó Capitán, sino puramente como un particular. El veía
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