Page 44 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Volumen  3
                        Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
            que de este modo solo, podía consultar la seguridad de su vida: interpretaba
            la defensa de la Patria, por la justa, y legítima defensa de la verdadera Patria:
            su estupides, su ignorancia, su natural falta de luces, lo hizo arrojarse á una
            acción, cuyos malos resultados jamás se lo presentaron. El se decía: el General
            Castillo se ha manifestado con malos ojos: baxo su ignorante y destructor
            mando, nadie puede contarse seguro: los indios son malos enemigos; idiotas
            por naturaleza, para ellos no hay pricioneros de Guerra, no hay Procesos, no
            hay Jueces que conozcan en las Causas: qualquiera que les parezca, por que
            se les puso que no iba con sus proyectos ó ideas, sin mas substanciación será
            presa de sus iras: así tomó mi parte el partido de mezclarse entre ellos, mani-
            festándoles el más vivo interés. Este fue el único medio que creyó seguro; y así
            no temió aparecer como soldado entre los insurgentes. Además de que él no
            ha sido autor, ni jamás podrá probársele por manera alguna esto: la revolución
            estaba ya hecha, y él fue uno de tantos que por salvar su vida manifestó en lo
            exterior seguir a los rebeldes. Y podrá inferirse por esto que sus deseos eran
            la destrucción de la Patria?. De ninguna manera: él antes destruyéndola al
            parecer creía que la defendía. Tal fue la situación y el terror padecido de
            Domingo Palomino, digno todo sin duda de la mas grande compasión y
            disculpa.
                    Por otra parte, la piedad inseparable del benéfico Xefe que lo va á
            juzgar, parece que no mirará sino con la conmiseración que se merece un
            infeliz, á quien su error, como su ignorancia, lo conduxo, sin duda involun-
            tariamente, como debe creerse, á precipitarse en tan miserable desgracia. En
            fuerza de todo:
                    (Al margen)
                    A Vuestra Señoría pido y suplico que habiendo por contestado el tras-
            lado, se sirva mandar según y como en el exordio de este escrito se contiene,
            en justicia que jurando lo necesario en ánima de mi parte espero, etc.
                    Francisco Calero (Rubricado).


                    (Margen superior derecho):
                    José Quiñones, alias el Ynca. Se presentó en virtud de los Edictos
            y pregones.









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