Page 318 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Volumen  3
                        Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
            su capricho; que hace juicio, ridiculo, por que firme, y deliberadamente me
            jusga con temeridad: sin fundamento me deshonra á toda luz, titulandome
            Autor de la Ynsurreccion; y es causa para que seme llame á Edictos, y Pregones
            en esta ciudad, y que de la Capital de Lima se me remita escoltado; motivo
            para que quantos me encontrasen, me llenasen de improperios; como á Autor
            de la Sublevacion.
                    Tanta notoriedad, como todo Huanuco, tiene Don Pedro Tello de mi
            conducta, y operaciones para no hacer el juicio tán temerario, que hace de mí:
            nada le sufraga el rebestir, y adornar su deposicion de aquellas expresiones,
            que en la tienda veía con frequencia yá en junta, yá separadamente hablar con
            dicho Marin á Espinosa, los Rodrigues, y el Sastre Ulluco; por que tiene en con-
            tra lo primero, que si el vio que hablé con ellos en mi tienda; y si por esto for-
            mó indicios, y pasó al extremo de creerme Autor de la Sublevacion, se engaña;
            por que es imposible moral que en ninguna de comercio, que está situada en
            la Plaza publica puedan hacerse juntas; donde con la delicadeza, que requieren
            asuntos de sublevacion, se trate de principiarlos, á menos que no haga testigo
            de ello á todo un vecindario. Lo segundo, si como dependiente de mi Padre
            tenía la tienda surtida, y quiza de efectos que no se encontraban en otras, á que
            Tello no dejaba de concurrir repetidas veces (lo propio, que muchos sugetos
            de honor, y caracterizados) ¿como se admira de que aquellos la frequentasen
            con el designio de proveerse de lo que necesitaban en igual forma, que él? Si
            es acequible esta conjetura, podre suponer, que hombres, mugeres, ancianos,
            y niños, que frequentaban mi tienda, hacian en ella juntas subersivas para
            que progresase la Ynsurreccion; y lo tercero, que si yo comunicaba con esos
            Cabesas, en igual modo, que con otro vecino (se entiende que antes de el Car-
            naval, porque despues me odiaron, y no venian á mi tienda), comunicaba con
            la misma cinseridad, que con todos; por que debía creerlos iguales a lo sano
            de mis intenciones: confirmase esto en que ninguno de ellos en el dilatado
            espacio de sus confesiones se mescla conmigo, ni me pretenden hacer Autor
            de la Ynsurreccion; ó que al menos tubiese culpa en sus incidencias; ni puede
            hacerlo. por quanto sin embargo de mi edad puberta, despues que los concí,
            ó tube noticia de sus intenciones deprabadas, y los denunció, me guardé de
            ellos, y por via politica los saludaba pasageramente: testigo solemne de esto es
            el Careo de 4 de Mayo á f 54 a confesion de Jose Rodrigues, que de él resultó á
            f 64, clausulas 5 y 6 Reconvencion a la clausula tercera f 132; y en una palabra
            los principales Caudillos de los Ynsurgentes, como testigos oculares de toda la



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