Page 392 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
Sobre la insurreción en Huánuco y la creación de una Junta Gubernativa
algasara los destrozos que nos hacían, y llenos de una malvada alegría grita-
ban, apartaos americanos que no venimos contra vosotros, sino contra los
chapetones, de lo contrario sereis embueltos en la ruina que traemos para
ellos: El Subdelegado volvió de aquel punto a buscar auxilio, se tocaban las
campanas de la Ciudad sin sesar llamando al socorro = Estos socorros eran
déviles en comparación de mas de dos mil y quinientos yndios acompañados
de sus mugeres, hijos y familia. Así que fue necesario que saliese un Religioso
Agustino que pasando por en medio de las balas y piedras que sin sesar tira-
ban, los pudo contener por un corto interbalo, y mientras tanto ocurrieron
también los dignos Berrospi, uno Religioso Agustino, otro clérigo, y el que es
actualmente Procurador General de la Ciudad acompañando á su anciano pa-
dre Don Manuel Berrospi Alferes Real. Estos se han señalado en tanto grado,
que si la ciudad no se halla toda hoy reducida a cenisas desdichadas de la rui-
na, se deben al influjo de este bello americano, los ruegos de Don Domingo
Berrospi, y a sus expresivas insinuaciones de este criollo se le arrodillaron los
yndios, y lo único que se pudo conseguir con su humillante ruego, fue que
saliesen los Europeos de la Ciudad con toda la familia antes del medio día.
Que querían registrar las casas de estos, y que ningun valiente americano se
entrometiese á impedirles amenasándonos con el exterminio se les hiso saver
esta determinación, y el Subdelegado viendo que lo desamparaban los que
debían mantenerse en la Plaza, salió con todos los Coroneles y Gefes dejando
la Ciudad. Tubimos ya que condesender á la entrada de estos insurgentes que
nos miraban con las manos atadas, y hechos víctimas de su furor, se arrojaron
sobre la infelis Ciudad; después de haber empeñado su palabra·estos pérfidos,
que no harían mas que registrar y retirarse: Después de haber besado la mano
á los sacerdotes, que casi incados les pedían la guarda de las propiedades, y
después de que para la mayor seguridad obligaron a Don Domingo Berrospi a
que tomase sobre si el cargo de ser su Jues, y que en reconocimiento le besaron
la mano según su costumbre, olvidaron todo quanto habían prometido quan-
do se hallaron dueños de la Ciudad sin la menor resistencia de nuestra parte:
savemos Señor Excelentísimo como explicarnos. Como si fueran unos leones
que buscan la presa o como unos condenados que así mismo se despedasan,
poseídos del furor y de la embriagues, cerrando los ojos á las presas sin ver ni
la persuación ni el clamor, empesaron el saqueo de los Mercaderes y de las
casas con tan obstinada sequedad que las casas del Dr. Don Bartolomé Bedoya
Fiscal del Cusco, la del Subdelegado, y las de los vecinos del mayor vrio fueron
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