Page 391 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812


                    (Al margen) Copia.
                    Excelentícimo Señor = No se pueden reducir á suma los males en que
            se ha sido sumergida la Ciudad de Huánuco tan digna de la compación de
            quantos oyeron el detalle de la insurrección de once Pueblos, y todas las Ha-
            ciendas de la Doctrina del Valle. Nosotros desearíamos omitir su relación por
            no conmover los sentimientos de humanidad del piadoso corazón de Vuestra
            Excelencia. La necesidad en que nos hallamos los pocos habitantes que sin
            defensa tenemos la funesta desgracia de ser testigos de los horrorosos destro-
            sos que cometieron los ynsurgentes yndios de la expresada Doctrina, nos obli-
            ga á recurrir a la Superioridad de Vuestra Excelencia á la que suplicamos ten-
            ga la bondad de escucharnos = Había algunos días que por libelos difamatorios
            se alteraba la quietud característica de la Ciudad. Las Autoridades constituí-
            das tomaron algunas providencias que no conteniendo el fermento que cun-
            día tampoco derramaba sobre este fuego el óleo de la suavidad y la discreción
            tan oportunas en semejante situación, hasta que el día 23 del presente acacecía
            la catástrofe que nos cuesta muchas lágrimas. El 22 á las ocho ó dies de la ma-
            ñana se presentaron varios yndios ante el Subdelegado a preguntar sobre una
            carta anónima que habían resivido, llamándolos á la defensa de la Ciudad.
            Este para informarse del hecho de la combocatoria igualmente que del con-
            ductor de la orden subversiva que anunciaban, llamó un Alguacil que los apre-
            sase, entonses no pensaron mas que en la fuga y escapándose de su lexítimo
            Jues no oyeron la voz del apercimiento con que el Subdelegado intentaba ate-
            morizarlos y contenerlos. De momento en momento cresen las noticias, avi-
            san todos, que los Pueblos reunidos se asercan, a uno no era dada la oración,
            ya todo se hallaba en la mayor perturbación. Se oyó con pavor que no es la
            insurrección contra los Americanos, sino contra los Europeos: Que vienen
            para nosotros de paz. La notoria mala fee de la Nación hace que unos entie-
            rren sus haberes, otros los aseguren en asilos menos dignos del insulto, y la
            consternación domina en todas partes. Lo europeos y americanos se reunen
            en un punto á defender el tránsito del Puente nombrado Haccipampa, co-
            miensa á las 12 de la noche del 22 la acción con infelicidad de nuestra parte, y
            aun no había amanecido ya contábamos con un europeo herido de una posta,
            un americano destrosado con tanta crueldad que causa horror y estremeci-
            miento solo su memoria, varios paysanos heridos, y otros muertos, abrieron á
            la funesta mañana del 23 domingo del corriente, miraban los insurgentes con



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