Page 371 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            aun á pesar de su ciega obediencia y que esta les obligaba á pernoctar sin co-
            bija alguna, no les dieron las necesarias armas, y municiones; siendo así que
            por todo el lugar y su distrito se publicaba á vos común que en este Cobento
            de Misioneros de nuestro Padre Francisco, se conbocaban todos los europeos
            que habían en la Ciudad: que se aguardaban otros muchos, y que los Padres
            tenían ya en botijas ó ya de otra suerte oculta mucha pólvora y preparado con-
            ciderable número de fuciles para hacer guerra tanto a los Huanuqueños, como
            a los yndios, de que estos tomaron el más fuerte enojo; inquirieron noticias,
            y como llegasen á saber las patrullas que andaban en la Ciudad y la uniforme
            vos de las armas secretas en el Conbento á que se agregaban palabras que se
            dirigían todas aserles crer un nuevo iugo que les sobrebendrían el mejor par-
            tido que tomaron fue sacudirse de los europeos; pero jamás pensaron, según
            la común vos de los mismos yndios, espulsarlos con derramamiento de sangre
            ni violencia alguna.
                    (Al margen)
                    Séptima... Que la noche del sábado veintedos del proximo pasado Fe-
            brero quando los yndios habitantes en los Pueblos que componen la juris-
            dicción de Panataguas como son Panao, Pillao, Acomaio, y el de Santa María
            del Valle de la de Huánuco se abocaron a la Ciudad y al destino propuesto de
            espulsar europeos, siendo así que mantienen la maior parte de esos yndios
            armas de fuego, no traxeron mas que una sola escopeta; binieron con sus pa-
            los, y jondas atravesadas por el pecho. Quando llegaron al puente que se dice
            de Guaiaupampa, los europeos é infinitos Huanuqueños que llevaban en su
            auxilio, empezaron a serles vivo fuego de que murieron algunos y los echaban
            a la agua del río grande; de modo que ya enfurecidos los yndios por recibi-
            miento tan inopinado, [testado] tomaron por recurso una bárbara venganza.
            A la mañana del otro día que fue domingo veinte tres no hubo de las parte
            de Huánuco y de los mismos europeos arriba de tres a quatro escopetas, sino
            quebradas imposibilitadas de aserse uno de ellas, no obstante a que pasaron
            de doscientos los leales que impedían el progresivo ingreso de los yndios; y sin
            embargo de que de los mismos Huanuqueños vieron quedar en la palestra á
            algunos compañeros o hermanos suios, no por eso desmaiaron hasta que vol-
            vieron las espaldas los europeos y les fue preciso desamparar el sitio.Un brebe
            instante se mantuvieron montados en esta plaza: algunos Huanuqueños pa-
            triotas verdaderos, se le acercaron, les pidieron fuciles, y municiones, aunque
            nada contestaron; y poniéndose en fuga desampararon la Ciudad, motivo por



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