Page 376 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen  1
                                        Sobre la insurreción en Huánuco y la creación de una Junta Gubernativa
            tanto por hallarse los Yndios en citio ventajoso, quanto por ser mayor el nú-
            mero de armas de ellos que el nuestro que no pasava de ocho ó dies bocas de
            fuego, y así cinco fueron los muertos de nuestra parte fuera de los heridos, y
            de este modo no pudimos resistir el paso, y se desamparó por nuestra parte.
            Retirada nuestra gente acia la Ciudad causó al público tal horror, que todos
            atónitos se retiravan sin atinar a que hacer: Esta confución infundió tanto te-
            rror a todos, que se acobardaron absolutamente y vieron los chapetones todos
            con el Subdelegado en la precición de desamparar la Plaza llevándose consigo
            las armas al pretesto de salir a buscar aucilio. Como la grita y vosería de los
            yndios se dirigiese a hacer entender al público que no a los Huanuqueños y
            criollos, sino únicamente a los chapetones se dirijía la sublevación y que así
            retirasen y no los favoreciesen, por que en tal caso también acavarían con
            ellos. El Padre Fray Marcos Durán Martel en consorcio de mis tres hijos Don
            Fernando, Fray Mariano, y Don Domingo Berrospi Síndico Procurador que
            expuestos a un riesgo evidente, se sometieron a los Yndios y tuvieron su ce-
            ción, de la qual resulta que querían solo entrar a la Ciudad a acavar con los
            chapetones, y rexistrar el Hospicio para extraer de allí las armas que decían
            tenían los Padres con los pertrechos de guerra, sin ocación daño a nadie: Con
            esta promesa embuelta en protestas de paz y buena armonía, en sircunstancias
            de hallarnos tan acongojados, sin armas, e indefensos, nos fue preciso admitir
            el Partido, mediante a que no se havía de derramar la sangre que ellos que-
            rían por haver escapado todos los chapetones salí a darles permiso para que
            entrasen a la Ciudad, en cuyo acto me aclamaron por Subdelegado, fue me-
            nester condescender con ellos, para que con este género de política asegurar
            mas el arbitrio que nos havíamos propuesto para con máxima apasiguarlos.
            Entraron conmigo en la Ciudad y apenas se vieron en los extramuros quando
            se desplegaron a correr, gritar, y disparar armas tan desconcertadamente, que
            se embocaron estrepitosamente al Hospicio Ciudad y Calle de Mercaderes,
            donde quebrantando las puertas a pedradas, saquearon y robaron quanto en
            ellas y las casas havían causado la mayor compación: Continuó en la noche
            el saqueo y aun hasta el lunes a las sinco de la tarde. Así tuvimos que tolerar
            tanta iniquidad y tanto insulto a nuestras personas, sin haver modo político
            que pudiese apasiguarlos = El lunes veinte y quatro por la mañana vinieron
            a mi Casa los yndios Alcaldes y Principales y aun algunas Comunidades a
            patentizarme que ellos no tenían culpa de su revolución, siendo causa de ella
            el Subdelegado por haverles dirigido la orden que en copia acompaño bajo el



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