Page 213 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            de Tarma, que el terreno de la Ciudad y Provincia de Huánuco es el más feraz
            que hay en el Perú para la agricultura, que su inmediación a la montaña, con
            brazos, le daría un ser que no conoce y que vista con atención detenida pudie-
            ra dentro de algunos años ser la segunda población del Perú.
                    La acción de Ambo que derrotó a los insurgentes y preparó la entrada
            a la Ciudad de Huánuco al Ejército, fue de más mérito que el que aparece a la
            simple relación, de mas de tresientos muertos con sólo tres heridos de nuestra
            parte, teniendo los indios una cabeza que los mandase: Cercados por todas
            partes de indios se vio en la necesidad de atravesar un Puente compuesto de
            dos palos, y pasar como ochenta varas por una angostura de dos varas; en
            este tránsito pudo hacer perecido si los enemigos que tenían más de ochenta
            armas de fuego hubieran usado de ellas con oportunidad, a lo menos hubiesen
            rodado piedras, pero nada hicieron porque suponían que jamás se atreveria
            a pasar; más, dispuesta la Compañia de Fusileros de Tarma a las órdenes del
            Capitán Don Tomás Mendizábal, en la lengua de tierra que vanza a la unión
            de los dos ríos, hizo un fuego vivísimo al cerrito que dominaba el Puente y
            protegió de este modo el paso de la Compañía de voluntarios del Cerro que
            se arrojó a pasar, y que causó la mayor sorpresa a los indios viendo en el llano
            unos enemigos enfurecidos que se descargaron sobre ellos sin saber por don-
            de, y que mataban horrorosamente. Entró el terror en los enemigos abando-
            nando las armas de fuego y huyendo en desorden perseguidos a fuego y lanza
            de los voluntarios que hicieron la mayor matanza; siguiólos la Compañía de
            fronteras al mando de Don Manuel Secada que hizo alguna mortandad, pero
            tanto la Artillería de Lima como el resto de la Tropa, pasó el Puente ya derro-
            tados y huyendo los indios y no hicieron más que matar algunos que se habían
            escondido del furor de los voluntarios que perseguían a los que huían, y que
            hubieran hecho una mortandad horrorosa si el Señor Intendente no los hubie-
            se mandado replegar. No hubo más en el paso del Puente digan lo que dijesen
            las relaciones de oficio, ni se distinguió nadie más que los voluntarios que se
            arrojaron a pasar el Puente, el Capitán Mendizábal que los protegió, y Secada
            que los siguió. Lo cierto es que el paso del Puente es arriesgado, dominadas
            las alturas por el enemigo y si cincuenta hombres de esfuerzo hubieran tenido
            el lugar de los indios no pasa un hombre vivo, aunque el Ejército constará
            de cinquenta mil hombres: Es preciso pasar uno por uno, así la acción de los
            voluntarios la tengo por un heroismo, y por de mucho mérito la de Mendi-
            zábal que ha cuerpo descubierto sufrió el fuego de los enemigos protegiendo



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