Page 116 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
                                                                    Prólogo a la primera edición
            también la de los refranes, giros y apodos de la fabla popular. Por lo que toca a
            los nombres geográficos se consignan sin intentar precisar su actual identidad
            no sólo porque esa tarea excedería nuestras finalidades concretas, sino porque
            consideramos, asimismo, conveniente conservar su ortografía original para
            que el documento pueda servir como fuente toponímica local.
                    Conviene tener presente que los intérpretes y escribientes al recoger de
            labios de los indios determinados vocablos, y en general al traducir del índico
            al castellano, transcriben los sonidos y los términos indistintamente. Tal es
            el caso, comprobado en estos documentos, del sonido aspirado de la h que al
            castellanizarla la reemplazan por la gutural g; y el de la cc transcrita como gc.
            A manera de ejemplo, cabe citar el nombre del pueblo de Huamalíes Cohuac
            que aparece como Coguac o Cogua; y el término Chacchar, reemplazado por
            Chagchar. Frecuente es, asimismo, el cambio de la i por e, y de la ll inicial por y
            o antecedida de la a, como ocurre con la palabra Llanqui, escrita como Yanque
            o Ayanque.
                    Debemos indicar, igualmente, que se ha respetado la notoria y fre-
            cuente superposición de la fonética quechua sobre la española, al igual que
            la ortografía castellana, no concorde ni aún con las normas gramaticales de
            la propia época. Esa ortografía caótica se explica, como bien es sabido, por la
            poca preparación de los escribanos y copistas locales, a menudo escasamente
            ladinos. Por idénticas razones normativas, se conservan los errores, muy pro-
            pios de los documentos curialescos, de las mismas transcripciones y copias,
            derivados ya sea de la ignorancia del intérprete, escribano o copista, o, en su
            caso, de las mismas copias o diversos insertos. Empero, se han separado las
            palabras impropiamente unidas, aunque manteniendo en todos los casos la
            sindéresis usual en la época. Por lo que se refiere a las abreviaturas, se han
            desarrollado para una mejor comprensión de los textos.
                    La foliación de los documentos, cuando ella existe, se anota con los
            signos usuales; y todos los escolios al margen, por razones derivadas de la
            impresión, se insertan en los textos. Las correcciones entre líneas, tachaduras
            y rectificaciones y los retoques gramaticales y ortográficos, frecuentes en la li-
            teratura jurídica se han anotado en lo posible porque, por razones igualmente
            obvias, consideramos que pueden interesar al historiador, en particular tra-
            tándose del caso específico de las pruebas testimoniales y de las confesiones.
                    Las ilustraciones, ceñidas a la reproducción de algunas cartas geográ-
            ficas y facsímiles tomados de documentos de la propia colección, no han sido



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