Page 78 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                                               Defensa de Bernardo Tambohuacso
            desatinos de unos hombres simples, fanáticos y alucinados, que producciones
            concertadas! Sobre todo, es tal la variedad con que proceden en la relación que
            hacen de los pasajes acaecidos en las juntas que, confronta con otro, ni por
            ellas se puede descubrir los que principalmente concitaban.
                    Desde luego, consta en el proceso que el cacique Tambohuacso con-
            currió en ambas, y que propuso tenía a su disposición multitud de indios con
            que circundar y coronar los cerros de la ciudad; mas ésta fue una vana y ri-
            dicula jactancia. Para esta oferta era necesario que los tuviere de antemano
            preparado; una maniobra de esta clase a más de ser muy difícil y cuan impo-
            sible por la timidez de los naturales, se hubiera necesariamente sentido en el
            pueblo, y reducción de su comando.
                    Los indios por su naturaleza son tan pusilámines como fáciles; entre
            ellos jamás se observa secreto pues aun el que se comunica a pocos se trasluce
            luego. No sólo influye para que revelen cuanto saben el motivo insinuado sino
            también las borracheras en que son tan frecuentes. En cada vez que se embria-
            gan dicen cuanto sienten y conciben ¿Si un secreto confiado a muchos, aunque
            sea sujetos de entidad, no se guarda, qué sería del que se fía a una muchedum-
            bre, compuesta de individuos inadvertidos, fáciles y de ningún fundamento
            como lo son los indios? Si el referido cacique les hubiera ministrado la menor
            luz en el particular, era indispensable que en el instante se esparciese y se lle-
            vase a noticia de los ministros y jueces de aquella provincia. Cuando, por estos
            débiles conductores, al menos por las mismas diligencias y pasos que para
            ello se hacía preciso diese, era necesario que los congregase, siquiera en cortas
            porciones, persuadiéndoles y alentándoles al proyecto de la conspiración; que
            los previniese con las armas de que usan, y tomase otras disposiciones de esta
            clase para las que no basta uno solo, ni es dable se verifique sin ser sentidas,
            especialmente en los pueblos, en los que, por su cortedad, se percibe la menor
            novedad. No es menos ridicula y jactanciosa que la antecedente, la expresión
            de los 705 caciques con quienes tenía alianza, seis mil indios preparados, y
            veinte mil hombres de Arequipa dispuestos para invadir aquella ciudad, de la
            que depone el presbítero don Juan de Dios Niño de Guzmán.
                    Prescinde por ahora este ministerio del defecto que tiene la declara-
            ción de este individuo, por haberse producido sin licencia judicial de su pre-
            lado, especialmente cuando no es presumible la hubiese conferido verbal que
            se supone por la materia sobre que versa. Lo cierto es que no hay en este
            virreynato el número de caciques que se menciona; que, para lograr unión



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