Page 452 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen 1
Informe sobre la hacienda pública
reales derechos, es una queja repetida en todos tiempos. El ministró Llerena,
cuya rápida elevación indignó a los buenos, extiende un prolijo plan de las
rentas de España. De él resulta ser la entrada 616’295,657 reales; y el total de
todos los empleados 27,875, y los de sueldos 51.485,893 reales de modo que
un doce por ciento se disminuía el total de los recaudados: rebaja más gravosa
en Francia e Inglaterra.
¿Pero cuál es el medio de disminuirlos? En un papel irónico inserto
en el acreditado periódico el Conciso, se dice: No pagarles salario en cuatro
meses, y todos perecerán de hambre. La equidad y la justicia rechazan iguales
sacrificios; y el único modo prudente y reglado, está adoptado por las Cortes;
reducido, a que en cada vacante que ocurra, se califique la necesidad o utilidad
del empleo. De este examen puede resultar la necesidad de suprimir algunos
en este Virreinato; pues es indudable que todas sus oficinas han duplicado las
manos auxiliares después de la separación de las provincias de Buenos Aires,
siendo mucho menos las operaciones; y éstas, como se asegura de notorio, nota-
blemente atrasadas, pues en el día se están glosando las cuentas del año de 807.
El fiel desempeño de los empleados en rentas, se nombra con impro-
piedad arbitrio, pues es sólo el recuerdo de la puntual observancia de las leyes,
y del estrecho cumplimiento de sus obligaciones. Se ha hecho tan general este
desorden, que la corrupción nos hace olvidar su origen. No es otro que la in-
moralidad de nuestras costumbres, y la indiferencia con que vemos reunidos
en muchos empleados el deshonor con los honores. Es un imposible exter-
minar las intrigas del fraude. El legislador más fecundo, el más infatigable,
no podría remediar todos los males: moderarlos por el terror de la pena, es a
lo más que puede aspirarse. La infamia y el abatimiento persiga con inflexi-
ble severidad al delincuente. No se vea a un vil empleado, a quien la censura
pública condena a la execración por su vil baratería, insultar al pueblo con su
orgullosa opulencia, y continuar tranquilo en el mismo destino que le facilita
proporciones para el desarreglo.
Estrechándome pues a los arbitrios propiamente que han propuesto,
yo hago sobre ellos estas breves observaciones.
TABACO
Extinguir el Estanco no es posible. Los diputados de América lo han
solicitado, y el Congreso nacional se ha reservado la decisión. Sería pues atentar
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