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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            porque faltando esta persona miserablemente nos acaba), lo persuadimos y lo
            indujimos a que fuese a dar aviso con muchas advertencias, como que a éste lo
            echaba menos el traidor. Quiso dejarnos su mula /.12 de silla, no admitimos
            por el riesgo que corría, de que el traidor hallase en nuestras manos, quien
            después preguntó. Le aseguramos ser nuestro, hasta que por cercionarse fue al
            lugar de la guerra a registrar los cuerpos y habiéndosele cerrado la noche en
            esta diligencia, no tuvo más tiempo para su averiguación; y sino es por un in-
            dio, quien le dió, por nuestra fortuna, señas evidentes por su muerte y la ropa,
            nunca hubiera creído y hubiera acabado con todos nosotros; porque cayó en
            malicia, por la disposición con que la tropa había esperado aquella noche;
            cuya acción, dicho Jenuario Castro declare, bajo de juramento entre quienes lo
            enviamos, los encargos y recados que llevó, lo que haremos constar ante Vues-
            tra Señoría. Y al tiempo de asomar o rodear los indios a nuestra tropa, hicimos
            ruido, de vocerías, por sí éste no hubiese dado noticia o hubiese peligrado, o
            que la tropa estuviese descuidada, de lo que también padecimos. Nosotros
            nos hubiéramos entrado, a no estar el traidor con la vista sin perdernos de su
            presencia, día y noche.
                    También entre los paisanos comunicamos y tratamos, que por cual-
            quiera parte, que saliese por nuestra Provincia a zafar, lo entregásemos vivo o
            muerto al traidor, y por este medio se consiguió la prisión suya, en el pueblo
            de Langui; y luego que nos dieron noticia le salimos al encuentro con los sol-
            dados, que vm1eron a este pueblo, por aquella ocasión y lo entregamos en el
            pueblo de Tinta.
                    Estas razones, que exponemos ante Vuestra Señoría, con pruebas que
            prometemos, parece que dan claro indicio de que somos y seremos fieles y
            leales vasallos de Su Majestad, pues mi padre y hermanos, perdieron sus vidas
            por defender a nuestro Supremo Señor y Rey, no siendo de razón que los infe-
            lices hijos suyos padezcamos la nota de rebeldes /.12v cuando estamos pron-
            tos y estuvimos a derramar la última sangre de nuestras venas y no seremos
            desatendidos de sus reales ministros, como lo es Vuestra Señoría. Por tanto.
                    A Vuestra Señoría pedimos y suplicamos nos atienda en justicia y vea
            por esa pobre viuda de nuestra madre, expuesta a las mayores miserias, que
            su avanzada edad, no le permiten trabajo ni consuelo; dándonos por leales y
            fieles vasallos de Su Majestad, que en hacerlo asi alcanzaremos merced con
            justicia etc.




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