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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
hechos que manifestaban, lo que en realidad era y por tener la edad avanzada,
que sólo asi lo pudo dejar el traidor.
Conocidos y advertidos del engaño padecido, comunicamos entre to-
dos y determinamos y practicamos, el declararlo por traidor, alevoso y rebel-
de, con pregones dados en este pueblo, en cabeza y voz, de nuestro padre y
Capitán a usanza de guerra, tomando armas, que ocultamos del traidor, a son
de clarines y tambor, dando un tanto de él, para que se practicase en los demás
pueblos de esta Provincia, a todos sus jefes, de que daremos pruebas siempre
y cuando se no pida y fuere necesario.
Esto mismo hicimos por un tanto remitido a la ciudad del Cuzco, a la
Junta Real de dicha ciudad, con el tanto de la carta del finado Corregidor de
esta Provincia, cuando por ella fuimos a obecederle al dicho pueblo de Tun-
gasuca . Y otro tanto de carta escrita a Don Luis Tovar, en la que le decía, se
desviase de dar obediencia a corregidores, sino quería perderse, estando cier-
to que sus órdenes eran dadas por nuestro Monarca. Tenemos noticia, paran
éstos papeles en poder del Señor Comandante Don José Gabriel de Avilés y el
indio propio nos dijo, traer respuesta y por los espías puestas de quitar cartas
y poner éstas en manos del traidor Tupa Amaro; ya en el pueblo de Checacupi,
temeroso el indio de que no le pillen y pierda la vida, metió al fuego el pliego,
quien se halla presente para cuando fuere necesario.
En dicho auto prometimos entregar vivo o muerto, lo que hubiéramos
ejecutado, a no haber dado /.11 dado (sic) orden el traidor Tupa Amaro, tan
secreta a los indios y poniéndose éstos de espías en todos los pueblos; los de
Marangani, del ayllo Lurucachi, y los de la hacienda de Oyocani en particular,
ejecutaron las muertes con nuestro padre, tres hermanos nuestros, Antonio,
Eugenio y Félix y otros muchos españoles, que iban a pedir auxilio a la Provin-
cia de Lampa, porque nos dijeron se hacían tropas a favor de nuestro Católico
Monarca, lo que no permitió la infelicidad nuestra con el mas lamentable he-
cho del rebelde. Y nosotros infelices hijos de dicho Capitán, quedamos a pade-
cer por habernos atrazado a llevar bastimento de comidas, para el camino y al
salir de este pueblo, nos hicieron prisioneros, llevándonos al pueblo de Tinta,
donde nos mantuvimos en la cárcel y de allí nos sacó a un cuarto del Cabildo,
en donde padecimos el espacio de dos meses y días, con hoy y mañana, nos
ahorcarían, profiriéndolo él mismo, cotidianamente, negándonos el alimento
natural, los más de los días oprimidos, engrillados, padeciendo vejaciones y
ultrajes, que él y los suyos nos daban en la cara, todo el tiempo de nuestra pri-
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