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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
plina cumplieran las órdenes de sus comandantes y oficiales; mas no obstante
ser el número de los contrarios como de seis mil, quedaron en el campo de
batalla cerca de trescientos, fueron muchos heridos y no se perdió un hombre
de nuestra parte.
En l° de abril consta que habiendo discordado los comandantes de
nuestra columna y la quinta de Cotabambas (que se nos agregó el día antece-
dente), sobre el rumbo que debía seguir el ejército, no sólo fue de opinión Fi-
gueroa, que la marcha debía hacerse retrocediendo a Pilpinto, sino que en tres
días hizo construir balsas para pasar el río de Apurímac, inmediato a dicho
pueblo, lo cual verificó de los primeros a vista de los enemigos y aún incomo-
dado de su fuego, acompañado de otros oficiales, mediante lo cual con poco
trabajo nos hicimos dueños de la contraria orilla y siguiendo a los enemigos se
logró este día en el pueblo de Acos la prisión de Francisco Tupa Amaro, tío del
principal insurgente, y la de Marcos de la Torre, Cacique de Acos, sus aliados.
Después de lo cual se destinó a el referido Figueroa la noche del mismo día a
guardar el alto de las Salinas, con veinte y cinco hombres, a fin de que no se
apoderasen los enemigos de un puesto importante, para el libre tránsito del
río.
El 17 de abril, se tuvo cerca de Langui, en el lugar nombrado Condor-
senca una sangrienta acción, que duró más de hora y media, en la cual dege-
nerando el valor a desesperación de parte de los contrarios se hizo en ellos
mucha carnicería, pues según el mismo diario, pasaron de mil y quinientos
los muertos, y en esta refriega acreditó el mayor valor el referido Don Juan
Antonio de Figueroa, que salió muy lastimado de ella; mas no por eso dejó de
asistir a la función del siguiente día, diez y nueve cerca de Langui, en Yanaorco
/.46v pues consta que mediante sus buenas disposiciones, sobre la artillería,
se logró derrotar otra vez a los insurgentes, con pérdida de más de quiuientos.
Finalmente, tanto en estas acciones, que van apuntadas por mayor, cuanto
en otras pequeñas refriegas, que ocurrieron, mostró Don Juan Antonio de
Figueroa, un espíritu tan marcial, como pudiera el oficial mas aguerrido y
una serenidad de ánimo tan constante que sin embarazarse en las distintas
funciones o ministerios, que voluntariamente ejercitaba, atendía a todas par-
tes con la mayor vigilancia. El no obstante ser Sargento Mayor, desempeñó el
empleo de Capitán de Fusileros y en todas las funciones se presentó al frente
de su Compañía. El hacía de Comandante de la artillería, para elegir los pues-
tos mas ventajosos para situarla. El hacía de médico y cirujano, sirviendo de
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