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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            decir verdad en lo que supiere y le fuere preguntado; y siéndole al tenor del
            interrogatorio que antecede:
                    1a.— A la primera pregunta dijo, que ignora en el todo el contenido
            de esta pregunta, porque el declarante en consorcio de Doña Sabina Valdez y
            Don Vicente Narezo fueron traídos prisioneros de la Provincia de Carabaya a
            el pueblo de Tinta, a disposición del rebelde, donde ya lo encontró a Mariano
            Cataño, prisionero por cuya causa no sabe donde ni como fue su arresto y
            responde.
                    2a.— A la segunda pregunta, dijo, que es constante y muy cierto que
            dicho rebelde, en lo que anheló más, fue en guardar los tránsitos poniendo
            centinelas avanzadas, con órdenes muy fuertes, por cuya causa les fue imposi-
            ble a Cataño, el declarante y los demás prisioneros el poderse liberar del lado
            del rebelde, como también el poder pasar cualesquiera carta a esta ciudad u
            otros lugares y responde.
                    3a.— A la tercera pregunta dijo, que le consta al declarante todo lo
            expresado en esta pregunta, pues Mariano Tupa Amaro en su presencia le dió
            de garrotazos y diciéndole que era un inútil vagabundo, que no servía para la
            guerra, le mandó arrestar a la cárcel donde le asegurasen con prisiones y que
            fuese puesto en el cepo y que al tercer día lo ahorcasen y responde.
                    4a.— A la cuarta dijo, que le consta al declarante lo expresado en esa
            pregunta, porque Micaela Bastidas, mujer del rebelde, por el aborrecimiento
            que llegó a tener a Cataño, dió orden de que lo matasen, pues conocía en él
            resistencia a sus designios y que no le quería obedecer. Y si acaso por alta
            providencia de Dios, no hubieran aportado nuestras tropas al pueblo de Tin-
            ta, tan oportunamente, sin duda los indios hubieran ejecutado el incendio
            de la cárcel, donde estaban los prisioneros, como les tenía ordenado la dicha
            Bastidas y a no hacer el Doctor Don Manuel Boza, Don Francisco Cisneros
            y otros sujetos, apresurándose a romper y quebrantar las puertas de la cárcel
            donde estaba Cataño y los demás prisioneros, esa noche hubieran perecido y
            responde.
                    5a.— A la quinta dijo, que es muy cierto que Cataño y los demás pri-
            sioneros, inmediatamente que apostaron las tropas de nuestro Soberano se
            pasaron a él tomaron las armas contra el predicho rebelde y el declarante colgó
            en la horca el retrato que le tenía mandado sacar, de si, aquél maldito rebelde
            y responde.
                    Y que esta es la verdad de lo que puede decir bajo el juramento que



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