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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
En contestación del oficio antecedente, debo exponer a vuestra seño-
ría que Isidro Mamani, comisionado de Pascual Alarapita, jefe del partido de
Catari, habiendo pasado a cuchillo a todos los vecinos y habitantes españoles
de la provincia de Chucuito e incendiado su población en que se comprendía
la caja real, pasó en compañía del citado Alarapita hasta Puno con el fin de
ejecutar iguales excesos en ésta, pero no siéndole posible conseguir este inten-
to, retrocedió precipitadamente hasta Acora, donde los indios, temerosos del
castigo que se les preparaba, se apoderaron de su persona y me la entregaron
con el designio de que, siendo autor de los hechos referidos, se le castigase, ad-
mitiéndolos a aquellos a perdón por no haberse sublevado sino por la fuerza
que les hizo este reo.
(Al margen: Señor don Joaquín Antonio de Orellana).
Por lo que mira a Mateo Condori, debo decir que éste se separó de su
tropa y vino a solicitar indulto trayendo consigo a un eclesiástico que le ha-
bían cautivado los rebeldes, y no sé si tenga otro delito, pues por el de rebelión
parece que habiendo desamparado aquél partido y buscado nuestras armas,
no le queda alguno. Es cuanto puedo decir a vuestra señoría.
Nuestro Señor guarde a vuestra señoría muchos años. Cuzco y Julio 10
de 1781.
Joaquín Antonio de Orellana
(firmado)
(Al margen: Señor doctor don Benito de la Mata Linares).
[Acusación del Fiscal contra el reo Isidro Mamani. Julio 11, 1781].
El solicitador fiscal, habiendo reconocido la presente causa, encuentra
que el contenido Isidro Mamani es un compendio de delitos tan enormes y
execrables que puedan haber en un hombre iderato, audaz, atrevido e insolen-
te. Si se requiere el proceso con la atención debida, se hallará que éste mons-
truo de la ferocidad y crueldad no sólo tiene cometido el gravísimo delito
de traición contra nuestro soberano y el reino, sino también los enormes de
sacrilegios, pues mandó sacar de la iglesia de Santo Domingo, de la villa de
Chucuito, a los españoles y mestizos que se habían refugiado huyendo de sus
tiranías, y los hizo matar con extraña inaudita ferocidad, y esto mismo repitió
al día siguiente con los que habían quedado; de incendiario por haber manda-
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