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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            todo el mundo va ya a hacer el ultimo esfuerzo para destruiros, de quien po-
            deis esperar auxilio?.— Esos mismos en quienes confiais y que abultan vues-
            tras tropas, no dudeis que (Al margen: Ojo) sean vuestros implacables enemi-
            gos; son infinitos los exemplares que tenemos de reveldes entregados por
            aquellas mismas manos que antes hacian todo su apoyo. En las Escripturas
            tenemos las perfidias que se intentaron contra el gran caudillo de los Maca-
            beos Simon; en la historia profana, las que tolero con notoria desventaja suia
            Julio Cesar; en las de la conquista de estos reinos, las de los Almagros, la de
            Don Sebastian de Castilla; y en vuestra misma resolucion visteis ya a los Cata-
            ris en Chuquizaca arrestados por sus mismos complices, comprando con la
            muerte de ellos sus vidas, como a vuestro primo y padre Josef Gabriel Tupa
            Amaro entregado en uno de aquellos mismos pueblos que contaba declarada-
            mente en su faccion. Que privilegio teneis vosotros para no experimentar es-
            tas mismas infidencias?.— Oid pues hijos mios el silvo de este Pastor que os
            busca y solicita no para exponeros al cuchillo, no para derramar vuestra san-
            gre, no con el designio de que se os castigue, sino con la lenidad y dulzura que
            es tan propia del caracter eclesiastico; oidme hijos y cred que ese indulto que
            os ofrezco, es el mismo que yo he solicitado con el Excelentísimo Señor Virrey
            Don Agustin de Jauregui. Mis entrañas se conmovian de ternura al veros fue-
            ra de la concordia que se observa en el reyno, al veros fuera del recinto de la
            sumision devida a vuestros soberanos, que el cielo preparó a estos dominios,
            mas para felicidad suia y de sus naturales, que para grandeza y amplitud de la
            monarquia española.— Podeis ver facilmente un brote de la dulzura con que
            el Rey nuestro Señor os trata en ese edicto de yndulto general para todos y
            particular para vosotros, por medio del superior organo del que hoy en el Perú
            tan dignamente lo representa. No permitais que se me frustren los arbitrios
            que mi corazon me ha inspirado para reduciros. Bolved a la antigua concordia
            en que viviais; bolved a juntaros conmigo, que os hablo mas con la ternura de
            mis afectos, que con la expresion de mis palabras. Yo oiré con gusto quales-
            quiera derechos que podais exibir. Yo los representaré con toda la justicia que
            tubieren y los reforzaré con toda la eficacia que les puede dar mi caracter.
            Hablaré con un rey que es el erario mismo de la equidad, que pone todo su
            honor en el bien de sus vasallos, en ver como propios aun los menores intere-
            ses de los mas desvalidos. Estoy cierto y lo debeis estar vosotros, de que no
            despreciará buestras prerrogativas y que esa sangre que proclamais animar
            con tanto lustre en vuestras venas, será vista para el lexitimo dueño que debeis



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