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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            asigna las acciones conducentes al logro y a la presisa calidad de estar justifi-
            cado el que la gana.— (Basta citar por esta parte al angelico doctor Ubi su-
            pra).— Verdaderamente amados hijos mios, que las misericordias de Dios
            exseden a todas sus obras! y que a su magnificencia no se le pueden fixar limi-
            tes. Este gran Señor paga tanto al que trabaja en su viña desde la hora de nona,
            como al que entró desde la de prima, por que sus dadivas no se miden por las
            reglas de una rigurosa comvencion, sino solo por las de su liveralidad.— (Aut
            non licet mihi quod volo facere? Mathei capitulo veinte versiculo quince).— Y
            si el requiere merito, es porque lo dá y lo reviste del valor que quiere. Asi no
            deberá ser objeto de vuestra murmuracion el que a dos que deben el uno sien
            años de purgatorio y el otro dies se les perdone toda esta pena con igual obra
            de sola una estacion u otra semejante y con desigual grado de fervor y caridad,
            como ambos esten en gracia; pues de lo contrario las obras son muertas y la
            yndulgencia no se gana.— (Ynfinitus en im tesaurus est hominibus quo qui usi
            sunt, participes facti sunt amititiz Dei propter diciplinz dona con mendati sapi
            capitulo quinto versiculo deximo quarto).— Ved pues sino es infinito el theso-
            ro de Dios depositado en las arcas de la Yglesia militante para todos los que
            usando bien de su comunicasion se quieran hacer participantes del reino de
            Dios. Ya se formaria la idea que corresponde a esta felicidad, si se tubiesen
            presentes las rigurosisimas penitencias con que los canones antiguos hacian
            ver alguna parte aunque mui lijera de lo que merecen las culpas graves, cuias
            penas oi se redimen en virtud de las yndulgencias de un modo tan facil para
            nosotros, como era dificil y aspera la expiacion para los primitivos christianos
            regidos por una diciplina mucho mas seria y austera que la presente.— Por
            que a qué se reducen las carenas, las cuarentenas, los septenarios de años y
            demas remiciones de que nos habla la Santa Bula con respecto a esos siglos de
            oro? un solo pecado de simple fornicacion se castigaba con tres años de peni-
            tencia en que el ayuno semanal era de pan y agua; los lunes, miercoles y vier-
            nes a recerva de ciertos dias solemnes en que se permita maior refeccion. Si
            algun casado toleraba incontinencia contra el matrimonio en la consorte se le
            condenaba a una penitencia continuada hasta la muerte, en cuio articulo se le
            admitia a la comunion; eran frecuentes las tres quaresmas y otras mortifica-
            ciones, que si hoy aplicasen los ministros de la Yglesia se tendrian por dema-
            siado crueles, aunque siempre deben saber los canones penitenciales para mo-
            dificar la satisfaccion sacramental con arreglo a las culpas confesadas.— A
            proporcion de esas gravisimas penas se conceden hoy las yndulgencias parciales



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