Page 812 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
                    Contesto y digo que, según entiendo, me previene Vuestra Señoría tres
            cosas de orden de su Excelencia: la primera que evacúe la cita de ese testigo;
            y la segunda que diga los fundamentos de mi expresión a Arriaga; y la tercera
            que exponga en ese asunto y en el de Rebelión, cuanto contemple a propósito
            para esclarecerla y servir a Dios y a el Rey.
                    Obedeciendo como es debido, aseguro que dije al difunto corregidor
            Arriaga, que en mi modo de pensar estaba mezclado el Señor Obispo en los
            movimientos que se había suscitado, y deseando yo en aquel tiempo solidar
            estas impresiones mías, y destruir en su cuna los proyectos de los enemigos,
            le añadí que el modo de salir de dudas era prender a Túpac Amaro, y ha-
            biéndome replicado Arriaga que era un cacique respetable y que no lo podría
            ejecutar, fácilmente, sin causa grave y conocida, le insté, diciéndole•que a un
            corregidor nunca le faltan motivos para aprender a el que se le antoje; y que
            en materia de Estado y servicio del Rey no hay personas respetables. Estos y
            semejantes discursos pasaron una noche en mi estudio con Arriaga, que que-
            do conmigo en hacerlo, y dar parte de sus resultas, con lo que tiene Vuestra
            Señoría cumplida la primera parte. En la segunda me exige V. S. fundamentos
            de un concepto debido, esto es, las razones que tuve para decir a Arriaga la
            mezcla del Señor Obispo en las inquietudes, y las en que fundaba, que Túpac
            Amaro preso sería buen conducto para saberlo todo; esto es lo que realmente
            me pide Vuestra Señoría en su oficio; de modo que si dijera unas y callara
            otras, no contestaría cabal y debidamente; pero como allí advierto, parece que
            sólo apela este concepto sobre lo amotinado de Túpac Amaru. Esto supuesto, y
            comenzando por lo último, digo, que el primer fundamento fué el que Vuestra
            Señoría indica en su oficio significado, esto es: que así corría en la ciudad sin
            contradicción.
                    El segundo fué una carta de don Tiburcio Landa que acaba de ser Go-
            bernador de Paucartambo, escrita a mí, desde este Real Asiento en que en la
            materia me dice: «Señor Don Simón Jiménez Villalba.— Mi muy amado y
            venerado amigo: aquí ha corrido por muy cierto que se ha descubierto una
            conspiración de más de 60 Caciques por una carta que me manifestó un tal
            Túpac Amaro por la que se le convoca, y que habiendo ido a prender al de
            Pisac se escapó; y se remontó con multitud de indios a un cerro inmediato,
            y lo mismo el de Oropesa; que prendieron a varios plateros en esa ciudad,
            y que van descubriéndose algunas cosas; que los caciques arriba expresados
            dicen que el Cuzco está lleno de cómplices en la sublevación meditada. Aquí



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