Page 638 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            Obispo del Cuzco. Y el solo es capaz de acarrearle la maldición de Dios y el odio
            de los hombres. Todos acreditan la más clara infracción de las leyes divinas y
            humanas, luego queda probada superabundantemente mi segunda proposición
            y consiguientemente los dos puntos que propuse. Además, este reverendo Obis-
            po se supone tan absoluto que defiende publicamente, puede conocer y proce-
            der en todo género de causas indistintamente contra eclesiásticos que contra
            legos de lo cual es buen comprobante el proceso que en esta ocasión remito a
            Vuestra Excelencia. En su tribunal aseguran se vende la justicia y lo persuade así
            la desatención con que se miran en él las causas de los pobres según lo están
            experimentando los indios de Coporaque en las justas quejas que han inter-
            puesto contra su cura Don Vicente de la Puente. Este sin embargo de su perver-
            sísima conducta es confidente del Obispo y le dispensa el mayor aprecio sin
            duda porque le considera instrumento a propósito para llevar adelante sus de-
            lincuentes ideas contra la Majestad y el Estado. Y en una palabra Excelentísimo
            Señor, según el modo de pensar de este reverendo Obispo y sus súbditos son
            temibles las más fatales consecuencias si no se aplican oportunamente los más
            específicos remedios contra una dolencia que ya parece incurable. Yo quisiera
            Señor Excelentísimo no hallarme en el día del beligerante con el Obispo del
            Cuzco a fin de que mis expresiones no padeciesen la nota de apasionadas para
            que tuviesen todo aquel valor que merece la realidad y justificación de ellas,
            porque ciertamente no las anima otro espíritu que el de mi amor al Rey, a su
            jurisdicción soberana y a la Patria. Pero si la alta penetración de Vuestra Exce-
            lencia notase algún ardimiento excesivo en ellas le suplico rendidamente me
            disculpe contemplando los justísimos motivos que estimulan mi celo deseoso
            de que no padezcan la menor defalcación los dominios de nuestro católico mo-
            narca como es de creer si no se acude con un pronto remedio. Y para mí no
            tiene duda que sin embargo de haber dado a Su Majestad en más de treinta años
            de su real servicio testimonios nada equívocos de mi fidelidad y arreglada con-
            ducta no he contraído mérito de naturaleza tan relevante como el ejercicio y
            sagacidad con que me he manejado en la versación con este Prelado en la causa
            indicada. Nuestro Señor guarde la importante vida de Vuestra Excelencia los
            muchos años que deseo. Tinta y julio once de mil setecientos ochenta. Excelen-
            tísimo Señor: Antonio de Arriaga. Excelentísimo Señor Virrey Don Manuel de
            Guirior. Una rúbrica de Arriaga. Concuerda este traslado con las referidas car-
            tas que se hallan a estos autos a fojas ochenta y dos, fojas ochenta y cuatro y fojas
            ochenta y ocho del cuaderno de autos exhibido y con la copia de la representación



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