Page 484 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            numero se aumentaba cada instante, intentaban sitiarlos cortandoles toda co-
            municacion, haciendose tambien cargo de que en aquel parage no habia carne,
            ni leña; como igualmente que de alli a la Villa de Puno (primer puerto de donde
            debia esperar algun auxilio) distaba sobre 40 leguas, se mandó retirar toda la
            tropa para marchar en retirada hasta Mojo. Diose la retaguardia a España; dis-
            tribuyose el orden a los oficiales para la seguridad de los costados, y se dispuso
            marchar hasta el campo, ya por las ventajas que ofrecia aquel, como por contar
            con la fidelidad de aquellos yndios que no habian manifestado motivo para des-
            confiar de su conducta hasta entonces.
                    Lograse con efecto el mejor orden para que 40 fusileros de las Milicias de
            Moquegua que se colocaron a la retaguardia, algunos otros en los costados, no
            dieron lugar para que los yndios que venian en nuestro seguimiento pudiesen
            confundirse ni desconcertar el buen orden con que marchabamos. La griteria
            con que nos seguian los yndios por los cerros, laderas y algunos desfiladeros que
            ocurrieron era insufrible; pero el fruto fue ninguno porque nuestros fusileros
            hacian fuego sobre ellos con bastante acierto, y no permitian que se arrimasen
            mucho, hasta que acercandonos hacía el campo destinado como media legua
            de distancia donde es inevitable un desfiladero (para dar lugar al paso de las
            cargas) a la vanguardia que contemplabamos seguras (contando con la fidelidad
            de Mojo) fueron asaltadas por los rebeldes de este pueblo, que se mantenian em-
            boscados al abrigo de las peñas, corralones y cerros, y acometidas de improviso
            se apoderaron de todos los equipos y dinero de caja que se conducían para la
            manutencion de la tropa.
                    Este fue un impensado insidente que impidió tomar arbitrio para em-
            bazar el peligro que nos amenazaba en la Retaguardia. La noche era demasiado
            cerrada que no permitia el camino sino marchar a la desfila. Con todo se dieron
            algunas providencias con que conseguimos recoger el dinero, pedrero y un ca-
            xon unico de cartuchos que se mandó conducir en ombros a nuestra gente. Si
            a la verdad los indios de nuestra vanguardia no se contentaran con el robo de
            cargas podíamos haver experimentado mucho quebranto, pero esta canalla que
            no piensa sino en el robo, se retiraron con las cargas, franqueandonos el camino
            hasta llegar a nuestro campo de Mojo que ofrecia algunas ventajas para mante-
            nerse sobre la defensiba.
                    El campo en que nos situamos esta un poco lebantado sobre la llanura
            de las cercanias del pueblo de Mojo; parte de las espaldas estaba resguardada
            con una laguna que no permitia sino un estrecho pasage por la calzada. Aquella



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