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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            las tenian grangeado de antemano; pero apesar de la actividad y celo con que
            procuró excitarlos el citado Coronel Dn. Nicolas Mendiolaza que ocurria a
            todas partes esforzando su desaliento, no pudo conseguir entrarlas alguna vez
            al Combate ni con la exortacion, ni con el exemplo que les dio poniendose a su
            frente, y haciendo fuego de pié firme a los Enemigos en medio de un torbelli-
            no de piedras que le arrojaban desde corta distancia con sus hondas. A vista de
            lo que aunque él mismo y otros oficiales que obraron animados por el honor
            de nuestras Armas, y el servicio del Soberano deseaban mantener el sitio para
            continuar, o repetir el ataque el dia siguiente, les fue preciso llamar a retirar
            conformandose las ordenes que les havian comunicado de no empeñarse mu-
            cho en función alguna. Hizose por ultima la retirada sin que aun en ella pu-
            diese conseguir la vigilancia del Coronel Comandante el orden de disciplina
            tan necesario en todos los acaecimientos: por cuyo motivo perecieron alli a
            manos del furor de los Indios tres de los nuestros, fuera de igual numero que
            habia muerto mientras duró la accion referida. De la parte contraria murieron
            muchos aunque ingnoramos su numero fixo por la razon que se apuntó mas
            arriba, y sin duda muchos mas fueron los heridos por la continua descarga
            que hizo por mas de dos horas la fusileria.
                    El inmenso y ruidoso aparato con que vinieron los Enemigos a atacar
            esta Villa, llenó de altivez a los de los Pueblos inmediatos a su tránsito, y no
            dudaron que la tomarian porque solo hacian consideracion de su prodigiosa
            multitud, y no reflexionando, o ignoraban la resistencia que se les prepara-
            ba. Poseidos de esta confianza prorrumpieron aquellos animos, y executaron
            atrocidades inauditas, especialmente en el de Coata donde exterminaron el
            propio dia 11 a los Españoles y Mestizos que pudieron haver a las manos, sin
            distincion de edad, ni sexo con toda la libertad y seguridad que les perfeccio-
            naba la circunstancia de hallarme ocupado a la sazon en la defenza de esta
            Villa citada, cuya atencion siendo la principal que agitaba mi cuidado, no me
            permitio divertir mis fuerzas que solo eran suficientes para mantenerme a la
            defensiba: ni socorrer al otro de Capachica que pidio auxilio para sostenerse
            en la laudable resistencia que hizo a los Rebeldes que le embistieron.
                    Y como de resulta del golpe que recibí en el pie izquierdo me hallase
            imposibilitado a salir de la Cama, y el Cirujano me dilatase el termino de la
            curacion mas allá de mi deseo, y de lo que era menester en aquella situacion,
            consultando los medios mas oportunos para la seguridad de conservar este
            Puno, tuve por conveniente ocurrir como realmente ocurrí al Comandante



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