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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            orden a las quatro Compañias de Cavalleria que hacian el numero de 240
            hombres, de marchar en ademan de seguir hasta la Cumbre no para que se
            empeñasen en funcion alguna, sino para que los Rebeldes al verlos marchar
            por los costados de dicha cumbre, recelasen el ataque, y accediendo a defen-
            derse por aquella parte, dexasen libres a los Mañazos. Era logrado sin duda el
            intento, pero la falta de puntualidad en sujetarse a lo mandado, causo nueva
            fatiga, por que rechazando la Cavalleria acia la Cumbre inmediata, trabo un
            breve choque con los Enemigos que aumentaban con facilidad el numero de
            los que le principiaron: y de esta suerte se acaloro la accion de modo que los
            mismos auxiliares huvieron menester de socorro, y le pidieron al instante.
                    Nos fue demasiado sensible la necesidad de concederle, contemplando
            de grande perjuicio la diversion, y cansando de las tropas que apenas podrian
            bastar para la defensa del Pueblo. Embiose no obstante una Compañia de fu-
            sileros con el Capitan Dr. Santiago Vial, con el fin unico de apoyar la retirada
            de la Caballería; y aunque a su llegada parecia empeñarse mas la funcion por
            el fuego que se hizo a los Enemigos, sin embargo se con siguio felizmente el
            designio, quedando de aquellos 30 muertos en la refriega, sin los muchos he-
            ridos, sin otro daño en los nuestros que una herida leve al Cacique de Pomata,
            Provincia de Chucuyto Dn. Josef Toribio Castilla, y otra igual de un soldado
            de la Compañia de Cavalleria que comandaba.
                    Retirada la Cavalleria, y lo Fusileros cerca de la noche, se mantenian
            quietos los Yndios en sus Montañas. Redoblaronse luego nuestras Guardias, y
            se pusieron centinelas dobles, y mandamos que algunos Piquetes de Cavalle-
            ria y Lanzas de a pie rodeasen la Villa para evitar algun incendio, y que ade-
            lantandose lo posible con la mayor precaucion y silencio, observasen los mo-
            vimientos de aquellos. Dieronse por ultimo las providencias necesarias para
            no ser sorprendidos, y a este tiempo aviso el Cacique Bustinza que repetian el
            ataque los Enemigos al Cerro del Azogue, y se le mando abandonar aquel sitio
            que ya no podiamos defender, y le ocuparon al momento.
                    Fue insufrible la voceria de la Canalla aquella noche, y al dia siguiente
            11 entre 9 y 10 de la mañana se movieron todos con ademan de bajar de las
            Eminencias que ocupaban, haciendo jactanciosa obstentacion de su propia
            multitud con extenderla por las faldas y dilatadas cumbres que se presentaban
            a la vista. Adelantabanse algunos de ellos a poner fuego a unos ranchos des-
            viados aunque poco, de lo restante del Pueblo, no sin el abrigo de tales quales
            fusiles disparados contra los nuestros que ofendian hasta la misma Plaza de la



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