Page 44 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
Los primeros que llegaron aca refirieron la confusion en que suponian
a Chucuyto, con cuya noticia mande preparar mi fusileria para ir persona-
mente a su socorro, y ya montaba para marchar quando los que posterior-
mente llegaban variando de la relacion de los primeros, aseguraron que se
habia libertado la mayor parte de la Gente, la cual venia un poco atraz con mi
Cavalleria, y que los que no pudieron venir por el Desfiladero citado, sin duda
hayan ya perecido; por lo qual suspendi mi resolucion de marchar, aunque
despues tuve infinito que sentir quando reconoci que era engaño manifiesto,
porque faltan muchos hombres de estimacion, y otras personas conocidas. No
obstante aquella noche mande que se llevasen Balsas hasta las orillas inme-
diatas del mismo Chucuyto para libertar algunos ocultos entre las que llaman
totoras que no habian perecido.
Luego que salieron de él las Compañías de Cavalleria citadas, entraron
los Yndios, y como no encontraron la menor resistencia, executaron atrocida-
des que no tienen exemplar entre los hombres. Mataron mas de 400 Españoles
y Mestizos de uno y otro sexo sin reservar aun las criaturas de pecho. Dentro
de la misma Casa y de las viviendas del Cura de la mayor que buscaron por
Asylo, pasaron a cuchillo a muchos infelices. Profanaron ambos templos con
sacrílega osadia, sin que su veneracion y su respeto les contuviese para no
extraer y matar a sus puertas a los que allí se habian ocultado. En fin al dia
tercero que contamos 5 de este fui yo con mis tropas a impedir, si podia tantos
horrores; pero volbi penetrado de dolor a vista del sangriento espectaculo que
encontre por las Calles y Plazas, y de la funesta idea que presentaba toda la
Poblacion reducida a cenizas. Entonces adverti el servicio que se hiso a Su Ma-
gestad en trasladar dias antes a esta Villa mas de 240 quintales de azogue, y un
Cofre de papeles importantes por la actividad y celo del Contador Oficial Real
Dn. Pedro Felix Claveran que se custodiaba en sus Reales Caxas que tambien
se embolvieron en el incendio universal de la Ciudad. No habia en ella otro
Español que ambos Curas, y otros pocos Eclesiasticos que aguardaban aquel
dia la muerte por la precision que les intimó el Comandante de aquella tropa
inhumana, de declarar los Caudales que suponian ocultos, y las personas que
buscaban todavia sedientos de mas sangre; pero finalmente evitaron este ries-
go con mi llegada, expresando con lagrimas los sentimientos de su corazon.
A mi salida de la Ciudad para bolver a esta Villa, cargaron los Yn-
dios sobre los Desfiladeros que ya he notado, con intento de cortarme por alli
como lo hicieron el dia pasado con los que salían incorporados en la Cavalleria;
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