Page 34 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
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            formar un solo Cuerpo para atacarme, tratamos con el Gobernador de Chu-
            cuyto Dn. Ramon de Moya y Villarreal que ya se habia restituido a su Provin-
            cia, el reunir en esta capital nuestras Milicias para obrar de concierto contra
            los Enemigos.
                    Y como aun en este estado regulamos que nuestras fuerzas eran cortas
            para resistirlos al propio tiempo que di cuenta al Comandante de estas Pro-
            vincias que se hallaba en la Paz, y a la Junta de Real Hacienda establecida en
            dicha Ciudad de la Expedicion referida que acavaba de terminar felizmente (y
            de la cual hasta medió en su respuesta muchas gracias) les pedimos auxilio de
            tropas, Armas y Municiones: que se nos franquease alguna porcion de dinero,
            que es lo unico que tuvo efecto con el Libramiento de diez mil pesos que se
            nos entregaron, sin que el socorro de tropas que avisó al mismo Comandante
            remitir, y debian hacer un grande gyro por las Provincias de Omasuyo y La-
            recaja supiesemos entonces con certidumbre su derrota, ni el lugar fixo donde
            se hallaban.
                    Fortaleciendo de dia en dia la noticia de que era un Exercito de Re-
            beldes compuesto de 18,000 hombres (fuera de otras partidas divididas por
            Atuncolla, Vilque, y Totorani) a la conducta de Diego Tupac Amaro mucho
            peor que su hermano Josef Gabriel el Cacique traydor de Tungasuca, se halla-
            ba ya en el pueblo de Juliaca, distante solo nueves leguas de esta Villa, dexando
            funestamente impresas sus huellas en la sangre que derramaba por todas par-
            tes sin distinción de sexo, ni edad con tal que fuesen Españoles o Mestizos, las
            victimas que buscaban su crueldad y furor; y finalmente el dia 10 de Marzo de
            1781 acia las 11 de la mañana se presentaron en las Eminencias que dominan
            esta Poblacion con grande voceria y estrepito de tambores y clarines con que
            acompañaban las salvas de fusiles y camaretas en honor de las muchas Vande-
            ras que tremolaban, distribuyendose entre tanto aquella inmensa multitud a la
            vista por las montañas que rodean la Villa hasta ocupar una distancia de mas
            de tres leguas de extension sin incluirse el Cerro elevado que vulgarmente se
            denomina el Azogue, que tenian ocupado 120 Yndios de Puno que se distin-
            guen por Mañazos a las ordenes de su Cacique D. Anselmo Bustinza.
                    No incomodaba poco a los Enemigos la posesion de este sitio, y para
            tomarle atacaron a los nuestros, que no siendo bastantes para disputar el te-
            rreno, nos pidieron algun socorro. Pero nuestras cortas fuerzas no admitian
            Destacamentos fuera de la Plaza, objeto principal de nuestra defensa: y sin
            embargo para no dexar sacrificados aquellos pocos Yndios fieles, se comunico



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