Page 842 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
de la muerte, y al punto me prendieron, y se levantó el clamor de que se me
perdonase por no haber hecho daño a ninguno de aquel Vecindario, y antes si
mucho bien. De ello resulto la contrariedad de sentires sobre la libertad de mi
vida, y para su decision me condujeron a lo del Capitan nombrado por ellos
Menacho, a lo del Capitan de los Yndios Flores, y por último a lo del Justicia
Mayor Rodriguez.
Viendome aprisionado en presencia de este caudillo y esperando re-
solucion favorable a consecuencia de los ruegos y suplicas que dirigi con la-
grimas en los ojos revestido de una increible autoridad, conservando un total
silencio con un considerable espacio de tiempo y a instancia del clamor de los
que protegian mi vida, prorumpio con suma tibieza las cortas expresiones de
que habia estado casado con una criolla, y a su consequencia me introdujeron
en la propia casa apesar de la displiscencia que manifiesto a ello; y a poco rato
contemplando hallarme en manifiesto riesgo por los movimientos y circuns-
tancias que noté en ella, procuré ponerme en fuga con un despecho y riezgo
increible, y dispuso la Divina providencia ganase la Villa de Cochabamba,
sujeto a los mayores trabajos y miserias que se dexan ver.
En este estado de cosas, bien claro se manifiesta en aquellos Gefes de la
inquidad mas horrenda proseguian exercitando su despotismo y monstruosa
conducta, comprobada la noche del dia 10, fuera de otros muchos acaeci-
mientos que inducen su irregularidad. Esto se redujo a que habiendo sido
llamados en el mismo acto de la sublevacion Dn. Jacinto Rodriguez, y Dn.
Manuel Herrera, por su Corregidor a la Plaza Publica con el fin de que estos
por medio de su influxo y respeto que tienen reconciliado para con los amo-
tinados, se lograse cortar de raiz el detestable cancer que por momentos iba
cundiendo; pero o dolor¡, que olvidados de la fidelidad a su Rey, estimaron en
pocos resistiendo a un recaudo y precepto de su superior, y en materia tan gra-
ve y de tanta recomendacion. Mas no por esto desmayó el espiritu y celo del
Corregidor dexandose conducir a la Casa y morada del expresado Herrera en
persona, ya no revestido de la autoridad que conceptuo ultrajada, y solo si en
clase de privado Sugeto, haciendole presente las fatales y funestas consequen-
cias que forzosamente emanaban de la continuacion de aquellos excesos tan
sacrilegos como contrarios al servicio de ambas Magestades; y sin embargo de
unas suplicas tan sumisas y rendidas, no pudo lograr ni aun demostracion que
de algun modo fuese favorable, porque la ultima resolucion que merecio
fue la de que emprendiese la fuga, porque ya lo hecho no tenia remedio,
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