Page 543 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            la Madrid, Don Vicente Mendieta, Don Francisco Cisneros y un sobrino de
            Don Isidro Gutiérrez con destino de quitarles la vida. En mi presencia hizo
            este Cacique alzado propios a esta provincia de Azángaro, a la de Lampa, a
            la ciudad de Arequipa y a otra, varias, enviando autos y comisiones para que
            prendiesen a los corregidores y chapetones que hubiese en ellas. Y satisfecho
            dicho Cacique alzado de que ya tenía correspondencia mutua con el Coronel
            Don Diego Chuquiguanca y con toda su casa, le mandó con autoridad, reco-
            mendase el pliego que le dirigió a dicho Coronel Don Diego Chuquiguanca
            para que, sin pérdida de tiempo, prendiese a los corregidores de esta provincia
            y la de Carabaya; en efecto, escribí tres cartas una a dicho Coronel Don Diego
            Chuquiguanca, otra a su hijo el Sargento Mayor Don José Chuquiguanca y
            otra a su hija Doña Teresa Chuquiguanca, recomendando el asunto del alza-
            do, bien cierto de que dicho Coronel Don Diego Chuquiguanca no había de
            practicar semejantes órdenes, por la lealtad que profesa al Soberano. Como
            que en efecto se verificó, porque habiendo llegado el pliego del alzado Tupa
            Amaro a manos de dicho Coronel y su hijo Don José Chuquiguanca y mío
            tres cartas, en el momento hicieron manifestación de dicho pliego y cartas
            cerrados al Corregidor de esta provincia General Don Lorenzo Zata y Zubiria,
            y mandó abriese el pliego en público y les dio las gracias de parte del Rey a
            todos los Chuquiguancas, que fue el diez y ocho del presente. El arte y modo
            con que me pude escapar de la prisión y aun de perder la vida, fue pretextando
            había estado casado con la nieta de dicho cacique de este pueblo de Azángaro,
            Coronel Don Diego Chuquiguanca y diciendo ser limeño de nación; que de
            no, me quitan la vida, que a momentos esperaba la muerte, y por esta reco-
            mendación me dio el respectivo pase con la condición de que coadyuvase a
            practicar la comisión a dicho Chuquiguanca, que era de prender a dichos dos
            corregidores de Azángaro y Carabaya.— El diez y siete del presente (que fue
            cuando me dio libertad dicho cacique alzado Tupa Amaro), juntó, éste, toda
            su gente y lo dejó ya pronto para caminar con el ejército al pueblo de Quiqui-
            jana; y por el cómputo que hice, poco más o menos, podría tener mil y tantos
            españoles y cuatro y cinco mil indios, fuera de los que se iban a juntar en el
            camino del resto de la provincia de Tinta y la de Quisipicanche, que, según
            me han asegurado, podrá juntarse en dicho pueblo de Quiquijana con veinte
            y cinco o treinta mil indios.— Su intención es dar asalto al Cuzco, y él mismo
            me dijo, que aquella ciudad ya la tenía por ganada y suya.— Y en atención a
            ser cierto todo lo referido, pues, me consta por haberlo visto y experimentado.



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