Page 542 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
para que se maten a los Corregidores, que los indios no paguen tributos y
que se quemen los obrajes; que se ha ligado con los indios de la provincia de
Quispicanche y van aumentando sus fuerzas diariamente; que saben que in-
tenta atacar aquella ciudad y que para su defensa están dando las providencias
oportunas y proporcionando los auxilios de aquellas provincias comarcanas, y
que vendrán atacarlos por aquella parte y que, desde luego, nosotros vayamos
con nuestra gente a cortarle el paso por esta parte, a fin de que no penetre ni
vaya extendido por estas provincias.— Será conveniente, que al mismo tiem-
po que usted envie el rocorro de la gente, a que se traigan porción de cargas
de harina y otros víveres, porque en estas provincias estan sumamente esca-
sos los comestibles.— Deseo ocasiones de servir a usted y que Nuestro Señor
guarde su vida muchos años. Azangaro y noviembre veinte de mil setecientos
ochenta.— Beso la mano de usted su más atento seguro servidor Lorenzo Zata
y Zubiria.— Señor Corregidor de la ciudad de Arequipa Don Baltazar de Se-
matnat.
(Al margen: Otra)
Muy señor mío: El catorce del presente, pasando para la ciudad del
Cuzco, me prendieron en el pueblo de Combapata, provincia de Tinta, de or-
den del Cacique del pueblo de Tungasuca de la misma provincia nombrado
José Tupa Amaro, a cuya presencia me llevaron. Este me tuvo preso cuatro
días en su misma casa; en este espacio, tuve lugar y modo para averiguar y
penetrar sus designios y disposiciones aún las más secretas.— El principal
fin de este indio José Tupa Amaro es coronarse, para lo que y para atraer a su
facción a todos los españoles, criollos e indios ha mandado por auto, que hizo
publicar en toda la referida de Tinta en nombre del Rey Nuestro Señor, que
desde el dia de la publicación no había repartimientos, aduanas, alcabalas,
mita de Potosí, ni obrajes, pues, tenía orden secreta de Su Majestad para ellos
como, asimismo, para prender y ahorcar a todos los corregidores y chapetones
que hubiese en el reino. Y para dar principio, el día diez del corriente ahorcó
al Corregidor de dicha provincia Don Antonio Arriaga; inmediatamente pasó
al pueblo de Quiquijana a prender al Corregidor de Quispicanche, quien, por
alta providencia, escapó dos horas antes; y no hallándolo, tuvo el atrevimiento
de botarle toda la ropa de Castilla que le encontró en un almacén a la plaza, la
que recogieron los que quisieron. En su casa tiene presos a cinco chapetones
a saber: el Sargento Mayor Don Juan Antonio Figueroa, Don Bernardo de
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