Page 141 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            señala: lo segundo porque hare uno de los actos que me toca por Christiano,
            y por venerador natural del Sacerdocio, como que su Sagrado ministerio y
            Sana Doctrina nos poner por medio de nuestro dolor fuera de las amarguras
            con que caemos a veces sin sentir, y otras con un abandono y aborrecimiento
            de lo que debemos a Dios, y a nuestra vida eterna, la qual nos ocupa menos
            atencion, entonces aquellas momentaneas delicias cambiadas despues en pe-
            sares, o en desabrimiento que dexa toda culpa que se conoce por resultas del
            fin con que se obró. Bajo de este supuesto, y de que uno de los vicios de mas
            bulto frequentado con libertad en esta America es la detraccion, la murmu-
            racion o la difamacion con que se rompen todos los vinculos que hay entre
            nosotros puestos por la humanidad, matando al proximo a cada paso en su
            honor, en su sangre en sus acciones, y en todo lo que es, y le puede servir para
            ser estimado, y mantener en la República lo que heredó o adquirió justamente,
            o por los medios licitos de la reputacion que se detrae, minora, o aniquila con
            facilidad por los Emulos libertinos, o embidiosos de mala clase, vistiendose
            de una censura sin regla de un orgullo sin limite, y de un arte de decidir sin
            termino, de lo que hace y pienza otro; en este supuesto pues, contrayendome
            a nuestro asunto, si yo hubiera de dar mas Autor que al preso Tupac Amaro
            de las presentes inquietudes (que vamos ya venciendo con fortuna, y seran en
            breve extinguidas completamente), diria que lo era de esta propia detraccion
            que vamos a combatir USY. y yo, pues no me es dudable lo que ha contribui-
            do para que este iniquo Rebelde tomase el trage de la osadia y la inchazon de
            tenerse por mas de lo que pudo y debió ser, trayendole al infeliz estado en que
            se ve por esa charlataneria incivil, libre, inhumana, injusta, execrable, y blasfe-
            ma con que se habla, y se da existencia a lo que es ofensivo y mortal contra el
            proximo, contra el Estado y contra las divisiones de que se forma.
                    Desde que estoy por mi desgracia en el Reyno, y en estas desabridas y
            terribles Comisiones, nada vengo observando con mas dolor, ni de nada estoy
            mas escandalizado que de este vicio vil, e indigno de los hombres y mal na-
            cido para vivir o acostumbrarse entre los que estan dulcemente ligados a una
            Ley tan Santa, y tan Respetable Religion como la nuestra que le prohibe, fuera
            de estar tambien aborrecido por quantas otras conoce el mundo, y sentimos
            nosotros que las haya en deservicio de Dios, de la verdad que adoramos; y al
            representarseme los motivos de este dolor (que se me representan bien repe-
            tidamente en los amargos suspiros que los ven conmigo), no puedo menos de
            abrazar el dictamen de que mientras en esta America no se corrija la detraccion, o



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