Page 143 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
de las Leyes, y no cede a las que se les imponen de nuevo conviene batirlo por
todos los lados, y asi sobre los dichos suplico a VSY. que añada el de hacer par-
ticular encargo a Predicadores y Confesores para destruirle o minorarle tanto
como se debe: a los primeros para que pinten este vicio como es o con sus re-
sultas o efectos en el mundo, y en la otra vida: y a los segundos para que en el
tribunal Santo de la Penitencia hagan el esfuerzo mas vivo con sus Penitentes
a fin de que no le incurran, pues creo que entre los muchos que nos combaten
o cercan, no hay otro que admita mas facilidad para desprendernos de él que
este que quebranta en el que le usa todo el metodo de la Sociedad y hombria
de bien, fixandose en el generoso principio de que nadie debe de hablar en
ausencia de otro aquello que no diria presente, y sabiendolo de un modo que
jamas se desmejore su palabra, saliendo despues mentira que tocase en algún
extremo o parte sustancial del hombre de bien, solo o del hombre christiano.
Si yo huviera de hacer una censura general contra este desorden de hablar sin
respeto, sin necesidad, y sin reparo, traeria con gusto las Legislaciones parti-
culares que la prescriben en Europa severamente, y otra bien singular y civil
en America que le castiga con pena de la vida; pero no estoy en este caso, y por
eso me he ceñido en lo expuesto a solo la consideracion moral christiana en
que le deben ver, y procurar su extincion posible.
El Clero de esta Diocesi ha servido lo confieso tanto como lo expone
VSY. y si a su imitacion hubiesen hecho los otros Estados y Gefes politicos,
o territoriales, como que lo debian, ni el Rebelde hubiera producido tantos
males, ni las Provincias lloraran lo que lloran y lloraran por largos tiempos.
Tengo visto muchas cartas en que los Curas, y toda Clase de Sacerdotes han
animado desde sus Curatos a los Jueces y Militares para que vengan o bayan
a destruir al despreciable Enemigo, que no le conciban miedo, y que el con-
cebirsele y demostrarle, le hace mas gente, y de un valor que no es capaz de
sostener. A otros he visto rechazar por muchos tiempos sus imbaciones, o las
de sus iniquos Emisarios, lo que se cuenta de dos o tres Gefes politicos que
hayan guardado el puesto. Yo se la razon, pero siento exponerla; y conociendo
que es publica, me liberto de la necesidad de decirlo.
No negare que uno u otro Eclesiastico se haya huido de sus obligacio-
nes y caracter para estar en lo positivo o negatibo con el Rebelde; pero tam-
bien afirmare que los mas, o casi todos han estado contra él, y es harto dolor
que para ofender a su Gremio se tome la parte menor y enferma, y’ se dexe la
mayor y sana, equibocando o mezclando los malos con los buenos, despues
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