Page 146 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
para mejor oportunidad; pero prevaleció el parecer de la mayor parte de los
Oficiales de aquel Batallon, que llevados o de la ardentia de sus genios, o del
deseo de gloria o lo que es mas persuasible, de la justa indignacion que causa-
ba la altivez nunca vista de aquel Yndio, apresuraron su marcha y se apostaron
en el pueblo de Sangarará que está cinco leguas del de Tungasuca, y distante
del Cuzco como veinte leguas con ánimo de enderesarse al dia siguiente hasta
entrar en lid con el Rebelde. Tuvo éste a lo que se dice, puntual aviso de la mar-
cha de la gente, de su numero, de sus armas, de sus intentos, y de quanto a ellos
conducía; y al favor de la noche que precedió al día 18 de Noviembre, caminó
a encontrar a los que les buscaban. Previno el Yndio a su gente que ninguno se
dexase ver de la tropa, y que se apartasen del camino por donde debia pasar;
y por tanto se creyó que las Alzados se havian retirado de miedo, dexando la
Poblacion acefala.
Con esta vana confianza, y contra dictamenes que debian reflexionar-
narse, se tuvo la inadvertencia de no apoderarse de una Colina o Cima que
ofrecia. Puesto ventajoso para la Batalla, y se aquartelaron todos los Españoles
y Mestizos en la Iglesia, cercandola por la parte exterior con los Yndios que
trajeron del Cuzco. Antes de rayar el dia se sintió en el temblor de todo el
terreno, que era mucha la gente enemiga que se acercaba, tomaronse algunas
precauciones para entrar en el Ataque que empezó a la Aurora; y quando se
aprontaban para salir y acometer, se hallaron con una espesa lluvia de piedras
sin cesar que los obligó a no salir del recinto de la Yglesia, y casi los imposibi-
litó al manejo de espadas, fusiles y pedreros. Mandó Tupac Amaru que el Cura
extrajese de la Yglesia al Santisimo Sacramento, porque iba a ponerla fuego.
Hizo sacar a quantos Españoles criollos componian la Expedicion que se sepa-
rasen de los Europeos, y que saliesen a lograr las satisfacciones del buen ani-
mo con que los distinguia. No quisieron separarse, y ardiendo ya el templo se
vieron todos en el estrecho de perecer al fuego, al humo, a los golpes de vigas y
fragmentos de la muchedumbre y Retablos que las llamas iban consumiendo:
o salir a experimentar una inevitable muerte a manos de los que los obligaban
a pasar por golpes, contuciones, heridas con cuchillos, palos, piedras, mazas, y
clavas. Muchos se confesaron, y ninguno comulgo porque no se hallo a mano
la llave del Deposito que encerraba el Copon de las Formas consagradas, que
sin remedio ardieron a la voracidad de tanto incendio. Fue tal el extrago que
a excepcion de algunos Yndios y Mestizos que se pasaron a las Contrarios: y
un Español que revestido de Sacerdote escapó la vida mediante este adbitrio,
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