Page 136 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            y fidelidad al Soberano, porque asi como en ellos no admite mi respeto al Real
            Trono parbidad de materia, tampoco puedo sufrir injuria leve contra mi Clero
            que no me parezca revestida de la mayor y enorme gravedad. Tal es el concep-
            to que tengo formado de la sumision que demanda la Soberania, y del honor
            con que debe tratarse en orden a ella qualesquier individuo de la Yglesia. En
            los demas articulos que fuesemos calumniados, acaso no bastará para el con-
            suelo el testimonio de la buena conciencia; pero en estos habremos hecho
            poco en derramar la sangre para probar que no hemos ofendido a Nuestro
            Rey y Señor.
                    Esta impia garrulidad de algunos licenciosos, ha sido mirada en todas
            las Republicas bien ordenadas, como cierta especie de peste civil, cuyas causas
            deben exterminarse, y salir con ignominia del Mundo, para que sean respe-
            tadas las Potestades, Estados, y Personas que lo merecen. De lo contrario se
            veran disenciones frecuentes entre los injustos murmuradores y los ofendidos,
            quienes mirando la proteccion de su honor como permitida por todos dere-
            chos, intentaran promoverla. No habrá Sagrado seguro de sacrilegas invec-
            tibas; ni los Magistrados mas venerables tendran aquella inmunidad que les
            funda su caracter: y finalmente la critica del vulgo que solo ha tenido jurisdic-
            cion en los rincones de las Casas, se atreverá a eregir su Tribunal en medio de
            las Plazas para condenar en las causas de mas consideracion a los Sugetos mas
            bien reputados, como ya lo experimentados en las actuales circunstancias.
                    No ignoro que en esta parte asi vá la corriente del siglo que por lo
            comun juzga de las acciones agenas sin autoridad, sin integridad, y sin cono-
            cimiento de causa; pero tambien sé que hoy mas que en otros tiempos, y con
            especialidad en estas Americas grava este vicio (como en prueba de ello hice
            presente a V. S. alguna vez el concepto que sobre este punto tenia formado
            el Excm° Sr. Dn. Manuel Amat, escribiendo al Sr. Obispo de Arequipa Dn.
            Diego Salguero) sin que los culpados se reformen a las recombenciones de la
            conciencia, si todabia la sienten, ellos debian advertir que ningun otro pecado
            pone a los Hombres mas cercanos a la impenitencia final que la detraccion;
            porque es Dogma de fe, que ella no se remitirá a menos que se cante la Pa-
            linodia, y esto es lo que rara o ninguna ves se ha visto en nuestros dias. La
            retraccion trae consigo cierto pudor en que no es facil entrar; pero como sin
            pasar por este estrecho medio no se alcanzará la remision de la culpa, se niega
            el delito al remedio.





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