Page 92 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
Antecedentes
En la otra América, a instancias mías y de la soberana piedad y religio-
so espíritu del Rey, se queda tratando este asunto con el mayor cuidado y creo
que Dios ha de ver allí y aquí esta causa como suya, si nos conserva, así como
en el rectísimo corazón de Su Majestad en el de sus Ministros y Gobierno el
vigor y diligencia con que han mandado tratar este asunto de la mayor impor-
tancia para la religión y para nuestro estado. Echemos la vista a cualquiera de
las partes donde hemos querido plantar y hemos plantado la Fe de Jesucristo
y su Iglesia Santa, y hallaremos que siendo, al entrar numerosísima la genti-
lidad se nos desaparece luego de entre las manos como nos solemos explicar;
este desaparecimiento tiene muchas causas, algunas pueden descender de la
diversa vida y trabajo en que entra el neófito o catecúmeno, y otras de la fuga
o internación que hacen a vivir con los gentiles más separados, o de la que
emprenden vagando fuera de sus Reducciones contra el espíritu de las Leyes,
que tanto encargan a sus inmediatos gobernadorcillos y justicias la restitución
como se puede ver en la 13 y 18 de este título.
Paréceme que me he alejado mucho del punto de la mita que es el que
mueve este expediente, pero según mi opinión estoy dentro de él, y digo que
ésta y los malos tratamientos que reciben los Indios son causas parciales, y
acaso algo más para los Naturales vayan cada día a menos, para que no ten-
gamos tantos como tuvimos, y para que no prospere tanto su extirpe como
quieren las Leyes, y los ilustrados Gobiernos de nuestra Nación, y el que lleva
Vuestra Excelencia con tanta heroicidad, vigor y rectitud en estas provincias,
que la incomparable justificación del Rey le tiene fiadas, para señalar en estos
vasallos y en estas tierras el amor, cuidado, y atenciones que le merecen desde
el trono y con especialidad a los indios en que todos los demás convasallos
tenemos un interés de primer orden y un bien de la primera necesidad.
El «Repartimiento» de los Corregidores, los dineros parroquiales, los
servicios involuntarios, y otras mil cosas que sufren, por no sujetarse los que
las cometen al espíritu de la Ley, tienen a los Indios en el estado en que se ven;
pero en el Rey y en Vuestra Excelencia, en su nombre, hay vigor, hay justicia,
y hay felices disposiciones para tomar y disponer algunos de aquellos suspira-
dos decretos, que pueden interrumpir este mal y acaso extinguirlo en mucha
o en la mayor parte con el tiempo; con que ganará mucho el Estado, los Natu-
rales y la Real Hacienda en los tributos de que ya se apunta lo bastante.
Sentado pues lo que juzgo acerca de la mita de que se quieren libertad
los Indios de esta solicitud, si se hace por ellos según es de entender, bien que
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