Page 91 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
P. 91

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            parece que la conciben, poco adelantaremos. Salen de la libertad natural a
            la sujeción civil, y si ésta pasa de sus precisos límites degenera, o es fácil que
            degenere en esclavitud. En la rudeza de su antigua vida, poco o nada echaban
            de menos; en la política cristiana advierten y experimentan cosas, que porque
            desconocen y desconocerán por muchos días su objeto, se les hacen pesadas.
                    Gran tino y cuidado debe haber en el Gobierno para conducir esta
            clase de vasallos, pues que queremos con tanta necesidad y obligación el ha-
            cerlos útiles. Su estirpe, o clase, está llena de privilegiados por las Leyes, pero
            pocos efectos de ellas logran, o pocas veces los disfrutan con la franqueza que
            se les declaran. En el Indio debemos poner el buen trato por muchas razones,
            unas miran al cumplimiento de la Legislación Política y Cristiana, y otras el
            adelantamiento de la conquista espiritual y temporal. Si no tratamos bien a
            los conquistados se hace muy difícil o casi imposible que vengan a vivir con
            nosotros los gentiles; éstos, interín lo son, se pueden tener por enemigos, y
            aún después tardan mucho en ser de nuestra amistad; el ejemplo es poderoso
            en todas las cosas, y si es malo, hay pocos medios que le hagan contraresto, y
            más en la clase de gente de quien estoy hablando. La noticia de lo que padecen
            los Indios, contra las intenciones del Gobierno y de la Ley, transmigra hasta
            lo más escondido de los aduares, o ranchos de los Gentiles; allí se considera
            lo que sufren los conquistados, y tal vez se le dá el mal colorido de tiranía en
            su idioma. Penetran a sus chozas o pajizos pocas o ninguna noticia, noticia
            del adelantamiento de los conquistados; y éstos los ponen en más precisión de
            hacernos la guerra y de huir de nosotros.
                    Alguna vez he dicho hablando de este asunto, en las muchas que lo he
            hecho en la otra América, como Fiscal, que se deben haber perdido los medios
            con que al principio fué feliz y próspera la conquista, como que entonces abre-
            viamos en un cortísimo período de tiempo más que hemos adquirido después
            de un fuerte número de años; también he dicho que esto puede pender de que
            o no son nuestros actuales misioneros del fervor, espíritu, y afán apostólico,
            que fueron los que en aquellos instantes hicieron tantas ventajas o de que nos
            hemos desviado de su método de catequizar; o de que no tienen hoy tan bue-
            na armonía las dos conquistas espiritual y temporal que se hacen unidamen-
            te, queriendo que sean los gentiles tan pronto como vasallos cristianos; y tan
            pronto como la dominación de nuestros ritos y dogmas católicos. Lo que se
            desea y procura es bueno; el medio de desearlo es el que padece alguna altera-
            ción sensible y dolorosa.



                                                90
   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96