Page 90 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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            sería justo seguirlas sin recelo alguno, pero puede más que la ley el exceso o
            práctica a que se ha traído dolorosamente su mandato y con especialidad en
            este Reino. En el de Nueva España se reparten algunas veces, aunque pocas,
            Indios a las minas; pero en su cuanto y en su distancia, están cumplidas, hasta
            con escrúpulo, las mismas leyes; nunca se excede en el número de cuatro por
            ciento, ni nunca de la distancia o circunferencia de diez leguas, pero aquí, en
            cuanto a esta última parte, es enorme y espantosa por lo retirado de los Pue-
            blos a quienes se piden y reparten los Indios en mita.
                    Hace horror que se lleven a estos infelices a vencer doscientas, tres-
            cientas y más leguas para trabajar después en una mina como la de Potosí,
            u otra según se practica en esta América. Cansados del camino poco trabajo
            pueden hacer útil, o han de descansar algunos días para hacerle. Doy de bara-
            to, como se suele decir, que se les pague los días de camino desde el día en que
            salen de sus pueblos hasta el día en que vuelven a entrar, que harto difícil se
            me hace de creer, y aún se queja el Cacique de esta solicitud; ¿es posible que no
            pensemos en que naturalmente hay repugnancia y disgusto en ir a rendir estos
            trabajos, aunque fuesen más ventajosos que son para ellos, a tanta distancia,
            separándose de sus familias, y de sus pueblos que es fuerza, amén por una ley
            secreta y poderosa que hay en todo viviente? En este tiempo abandonan sus
            casas, dejan sus bienes o ranchos, pierden de vista a sus amigos y socios, a su
            Párroco, a su Justicia, y a su temperamento, que es lo que con preferencia vió
            la Ley para que no se les llevase ni trajese a las distancias que les pudiesen ser
            ofensivas.
                    La mita, según se practica en el Reino, es a mi entender uno de los
            males que es fuerza cortar, brevemente, si queremos población, habilidad, y
            que se nos acerquen los Indios a lo que deben o pueden ser. Nosotros los
            conquistamos para el buen trato, para provecho a sus almas, para hacerlos
            civiles, y con aquellos bienes y dotes naturales en uso que no tenían en su
            gentilidad. Procuramos rectificar su procreación, sus costumbres, y cuanto
            merece la naturaleza del hombre con el cumplimiento de las leyes divinas,
            eclesiásticas, políticas, y morales, enseñándoselas pausada y dulcemente; pero
            no hallamos los progresos que corresponden a la acción, y acaso y sin acaso,
            es por lo que adelantamos o queremos adelantar con una mano, perdemos
            con la otra; quiero decir que no están completos los medios o las reglas; ni
            armoniosa la acción para lograr, todo el bien. Los Indios pasan, después de
            conquistados, del mismo punto a nuestra sociedad; pero si es pesada como



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