Page 271 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
do con que se halla ocupado el alto empleo de Vuexelencia, propenso siempre
a la tranquilidad de los pueblos y sujetos al gobierno, me ha parecido necesa-
rio no omitir la contestación de la que recibo de veinte y cuatro del pasado, en
que se sirve Vuexelencia estimular mi obligación a la mayor quietud y sociego
de esta ciudad, exhortando a los curas y eclesiásticos de toda la diócesis, a que
persuadan el espíritu de obediencia y sumisión al Rey y sus magistrados, así
por la quietud pública, como por el bien de los vasallos de su majestad. Debo
decir a Vuexelencia, que el recelo de la rebelión, que se temía e indicaban
varios libelos nocturnos, en el día se halla desvanecido, por que habiéndose
hecho las pesquisas, se han preso algunos, que se tenían por autores de ellos y
mezclados en conversaciones irreflexas, sin que se comprenda otro principio
de los primeros temores con que vivían sorprendidos los ánimos bajo de la
aprehensión de mas fundamental origen, formándose en la imaginativa un
elefante; es verdad, que no es necesaria sino una chispa, para que de ella se
levante un incendio y por eso es conducto cortar el paso a la sedición cuando
se hace sentir, aunque sea por leves indicios, pero al mismo tiempo, se necesita
mucha prudencia y precaución, para no incidir en el mismo inconveniente,
que se intenta evitar. Yo con la ingenuidad, que profeso, no omito expresar
a Vuexelencia le han abultado más los hechos del presupuesto motín, de lo
que ellos han oído en la realidad; pues los que se tienen por autores, son unos
hombres de baja esfera, no tienen jefe, que los mande, carecen enteramente de
dirección, gente y medios para sostener una acción de tan graves consecuen-
cías: Sin embargo, teníendo presentes las reflexiones que dan peso a un asunto
de tanta gravedad, he repetido cuantos oficios me han parecido conducentes
a la tranquilidad del estado, por cuya causa he pospuesto la atención de mi
quebrantada salud, que me exigía solicitar un temperamento benigno y pro-
porcionado a su restablecimiento, manteniéndose en esta capital para auxiliar
al Corregidor de ella, como lo he verificado ya deputándole dos canónigos,
que me pidió para la asistencia de las juntas, ya remitiéndole la denuncia de
un eclesiástico, que servía de Teniente en la Doctrina de Pisac, sobre las
infundadas maquinaciones del Cacique de aquel pueblo, por que haberse ex-
plicado con más ardor en los congresos clandestinos contra los repartimien-
tos y otros aparentados gravámenes, siendo descubiertas estas ideas, se retiró
procurando traer a los indios, que le siguen a su partido; como en efecto pudo
congregar algunos en una elevada serranía con el aliciente de darles de comer
y beber, pero al punto, que se acabó el cebo con que los trajo, lo dejaron solo
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