Page 752 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Las memorias de Juan Bautista Túpac Amaru
de conducta; él continuó manteniéndonos en la misma posición, jamás nos
convidó a acogernos bajo de la cubierta aun cuando lluvias copiosas y fríos
intolerables caían sobre nosotros; él procuró no obstante más comodidad a un
perro para quien le hizo una especie de cueva.
Mas todo esto fué preciso para poner en acción los sentimientos sin-
gulares que prodigaba mi compañero hacia un viejo de quien sabía no podía
esperar nada; era muy frecuente en él, preferir mi comodidad a la suya, y co-
rrer en mi socorro para cubrirme del agua y del frío, dejando mojar entre tan-
to su ropa, o poniéndomela. Todas las funciones de mi vida estaban ayudadas
de este hombre singular, que si me hubiera faltado su esmero un solo día yo
hubiera perecido: al verlo al capitán obrar con tanta constancia en mi favor
preguntó a algunos que venían, qué personaje era yo que merecía tanto de
mi compañero, y no pudo persuadirse que no hubiese algún motivo de sumo
interés que produjera esta conducta en un americano, y que un europeo sólo
la tributa al dinero o al poder.
Al fin de 70 días de navegación y solamente por los esfuerzos genero-
sos de la humanidad de Don Marcos Durán Martel, que así se llama este mi
conservador tutelar, llegué a Buenos Aires.
Aquí los brazos de mis hermanos ya independientes se extendieron
para estrecharme. Mi compañero, Don Mariano Suvieta, también confinado
a Europa por haber peleado en la causa de la independencia y yo fuimos alo-
jados con ternura, amistad e interés por Don Juan Bautista Azopardo que se
halló con nosotros preso en Ceuta por la misma causa. El gobierno después
nos honró, proveyó a nuestra subsistencia y comodidad, y el decreto en que
nos señala a mi compañero y a mí, casa, alimentos y una pensión, está dictado
por una apreciación de mi solicitud que nacionalizando mis padecimientos les
ha puesto en su término, que es mi llegada aquí, la única corona de gloria que
podía compensarlos y satisfacer mi corazón.
El gobierno español y sus gobernados deben avergonzarse de haberme
dejado venir, sin reparar el oprobio nacional afecto al atentado cometido con-
tra la humanidad en mi persona. Si 40 años de prisión caracterizan un gobier-
no bárbaro y feroz, la indiferencia por está conducta del que se dice hijo de las
luces muestra también, que éstas no le ha llegado, y cuán inferior es la fuerza
de los principios del siglo a la que tienen todavía en él las preocupaciones y
hábitos que la han dominado hasta ahora.
Este defecto de la España que entonces me fué desagradable ha dado
a mi llegada a América el precio de un verdedero triunfo; mi compañero Don
Marcos Durán Martel es quien lo ha conseguido, la gloria a él solo le pertenece
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