Page 282 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Relación de la fundación de la Real Audiencia del Cuzco en 1788
Peruanos; y las han tenido con inexplicable pompa los Griegos y los Romanos.
Aquellos en esas cultisimas Republicas que han sido como el Seminario de la
sabiduria; y estos, que formaban ese que fue sublimemente intitulado Pueblo
Rey, asi como se distinguieron en la dominacion del mundo, le dieron tam-
bién la Ley de los publicos regocijos. Los tenian ó firmes, y como ellos decian
Estativos; ó Indictivos é Imperativos que se mandaban por los Mayores Potes-
tades en los lances de algún insigne beneficio.
El hombre ha nacido para ver, como reflexiona un sabio; y muestra
bien este destino en la ocupacion gustosa que le trahe el mirar y admirar al
Universo. No hay sentido más vivo en el, ni que lo enriquesca de mejores
ideas que la vista pero apoderada esta de un objeto, se cansa, y como si agotara
en el su perspicacia, empeña su actividad a solicitar nuevas ideas en nuevos
objetos; y de aqui nace la estimacion que merece en todo el mundo los publi-
cos espectaculos. No todos los hombres son aptos a escudriñar la naturaleza
como ella merece, y a sacar de su circunspecta observacion siempre nuevos
efectos. Ha sido pues preciso excitar la atención dormida del comun de los
hombres, con obras que dando algunos pasos mas allá de su ordene estable; la
agiten y la despierten.
Unas naciones cultivan mas el cuerpo, que el espiritu; otras mas el
espiritu; y hay tambien algunas dedicadas a uno y otro. Las primeras se com-
placen mas en aquellos espectaculos que ostentan la fuerza, ó la docilidad, fle-
xibilidad y agilidad de los miembros. Las segundas de los felices recursos del
ingenio; y en esos vivos impulsos que mueven mas el resorte de las pasiones;
así como las que juntan a su aplicacion lo que contribuye a un tiempo al cuer-
po y al espiritu, son llevados a esos espectaculos que ponen en alianza aquellas
dos especies de cultivo.
Numeraremos al Cuzco entre las naciones de aquel primer orden, em-
bargadas mas por los espectaculos que exercitan el cuerpo, y que son los que
hazen aun en el alma impresion mas fuerte y mas viva; inducen tal vez mas fir-
meza; y tambien dan su tinte de atrocidad. No era en esto desemejante Roma,
cuyo Pueblo se embelezaba con los espectaculos de los Gladiadores; al mismo
tiempo que lo divertian los Juegos Olimpicos, circenses, y funebres. Los que
Virgilio describe hermosamente en el 5° de su Eneida, en honor de los Manes
de Anchises, Padre de su Heroe nada tenían de afinidad con los espectaculos
del espiritu. Aun hoy las naciones mas civilizadas de Europa, si dan consi-
derable lugar a los que excitan la vivacidad del espíritu, tambien permiten, y
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