Page 139 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            advertido; pero debiendo insinuarlas este cabildo á V. M. con una ingenua y
            pura relacion, en crédito de su lealtad y del amor con que se emplea en servi-
            cio de un monarca tan amable, se ha de servir la benignidad de V. M. admitir
            ahora la expresion que hará de lo que tiene practicado por sí y por los fieles
            habitantes de esta ciudad y su distrito en un copioso número de acaecimien-
            tos, habiéndolo reservado hasta aquí por esperar á su completo y el término
            feliz de quietud en que hoy se halla. Fueron sentidos los primeros pasos que
            inducian á la sedicion del año de 780, por papelones y pasquines que algunos
            malos vasallos de V. M. esparcieron para conspirar á las ideas de que les dió
            ejemplo el anterior suceso de la ciudad de Arequipa: y sin perder instante
            recordaba la gravedad por el coronel de infantería D. Miguel Torrejon, como
            procurador síndico general, procedieron los jueces á su pesquisa. No se descu-
            brió en ella ningun cómplice; pero denunciada la conspiracion por un religio-
            so de la órden de San Agustin, tomó este cabildo prontamente las providencias
            que se manifiestan en los documentos 1 y 2, de que dió cuenta al Virey, que
            aprobó sus resoluciones como parece de sus cartas testimoniadas núm. 3. No
            retardó este cabildo el reparo que consideró conveniente, y de acuerdo con
            el corregidor D. Fernando Inclan, se mandaron aprontar los dos regimientos
            fijos de milicias de la dotacion de esta ciudad, para que la guarniciesen, y con
            sus patrullas y guardias por todos los barrios y extramuros advirtiesen los
            movimientos del pueblo, de cuyo cuidado se encargaron el mismo coronel
            de infantería como comandante, y el teniente coronel de caballería D. Mateo
            Oricain, en ausencia de su coronel el Marqués de Rocafuerte, que se hallaba
            de corregidor en la provincia de Urubamba, y ambos jefes desempeñaron con
            puntualidad y exactitud sus deberes, de que informado el Virey, les escribió
            las gracias manifestándoles la satisfaccion con que se hallaba de su conducta.
            Luégo se formó una puntual lista de todo el vecindario de honor, y compar-
            tiendo su número por cuarteles, se dispuso de ellos una gran guardia de veinte
            y cinco hombres, para que apostada todas las noches por turno en las casas
            capitulares, custodiasen las Reales arcas de V. M. y estuviese pronta con otra
            compañía del regimiento de infantería, para impedir cualquier insulto. No se
            reservó vecino por carácter ni edad, que no fuese comprendido, ofreciéndose
            con nobilísimo ánimo y voluntad á un servicio y fatiga que considero propio
            de su fidelidad, y nombrándose uno de los más principales cada noche por
            comandante de este cuerpo, se emulaban todos á su mejor desempeño. Los
            indios, caciques y nobles naturales de las parroquias, se presentaron manifes-



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