Page 23 - Rumbo al Bicentenario. Año 2, Nº 9
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El PICAFLOR Y EL PÁJARO TATATAO
Cuando recién se creó el mundo, el Picaflor y el pájaro Tatatao fueron gente. Siendo así, el Sol quiso
entregar a su hija y propuso una prueba, diciéndoles:
—Ustedes dos vayan a hacer la chacra, a quien termine más rápido le entregaré a mi hija.
Con ese compromiso, el Picaflor y el Tatatao empezaron a trabajar.
El Picaflor tenía un poder especial que le permitía conjurar y así terminar de rozar rapidísimo para
regresar temprano a la casa. Entonces el Sol dijo a su mujer:
—El Picaflor, por ser ocioso, no trabaja y regresa rápido a la casa; diciendo esto, le daban solo el concho
del masato.
Sin embargo, el Tatatao era el que no trabajaba nada; se dedicaba a hacer rodar piedras grandes que
tiraba desde lo alto y tras hacer eso regresaba tarde a la casa.
Sol, sin darse cuenta, ordenaba a su mujer para que le dé buen trato, por eso le servían masato espeso,
bien preparado.
Cuando llevaban varios días haciendo la chacra, la mujer de Sol se fue a ver el avance que tenían.
El Tatatao no hacía nada del trabajo de la chacra, se la pasaba haciendo rodar piedras inmensas.
Luego pasó a ver el trabajo del Picaflor; vio que él sí había preparado una tremenda chacra y estaba por
terminarla.
La mujer, amarga, regresó a la casa y dijo:
— El Picaflor hizo una tremenda chacra, sin ver bien su trabajo, le hemos mezquinado el masato. En
cambio, al ocioso de Tatatao le hemos servido bien. Liter at ur a ama z ónica: El picaflor y el pájar o tatatao - Jempe Yak ak aujai un relat o en a w ajún
Preparó en una mocahua el masato con una planta muy picante rayada para el Tatatao.
Luego, para el Picaflor, preparó masato espeso, bien preparado; lo que nunca le habían convidado antes.
El Picaflor no pudo terminar todo el masato porque su barriga se había quedado chiquita.
Cuando el Tatatao llegó a la casa, le convidaron el masato mezclado con esa planta picante, un ratito
después le dio comezón en la garganta y comenzó a toser,
— ¿Qué me pasa? Tengo carraspera.
Se rasguñaba hasta pelarse y, poco a poco, se fue apagando su voz.
No podía hablar, solo decía:
— Sayua, sayua.
Cuando ya se convirtió en el pájaro Tatatao, voló dando un grito:
— ¡Tata, tata, tauuu!, ¡Tata, tata, tauuu! y se fue hacia el monte.
— ¿Qué me pasa? Tengo carraspera. 22 |