Page 424 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Volumen  1
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            quanto debo suponer en V. S. toda la instrucción necesaria sobre la materia.
            Debemos pues partir del punto de que los gobiernos monárquicos no tienen
            otro origen que la usurpación, ó la expresión de los pueblos, ó un consenti-
            miento, que siendo las mas veces forzado, pasa en razón del transcurso del
            tiempo, por expresa voluntad de los pueblos, que no tienen recurso, ni facili-
            dad para manifestar otra.
                    Un usurpador no tiene mas derechos para esta usurpación, que la
            fuerza que se la dio: faltando esta se han perdido aquellos: y este es un prin-
            cipio tan de si claro, que no ha menester exposición. Pero tanto este mismo
            usurpador, á cuyo gobierno se acostumbraron los pueblos, sin reclamar su
            derecho á la recuperación de su libertad, quanto un rey elegido, y consentido
            expresamente por el pueblo no han adquirido sus derechos de otro modo que
            por la expresión tacita ó manifiesta, libre, ó forzada de la nación, sobre que se
            han constituido.
                    Bonaparte, ese mismo tirano usurpador de los derechos de los pueblos,
            no ha tenido en la adquisición de su imperio otro principio. El se propuso, es
            verdad, una elección formal de los pueblos, que componen la Francia: pero no
            hizo otra cosa que impedir toda oposicion, y dar por voluntad un impotente
            silencio. Sin embargo, este mismo, si ahora no pasa por un soberano legitimo
            en la misma Francia, y demas potencias aliadas, en lo futuro él, y sus sucesores
            testamentarios, según la constitución que tiene fundada, vendrán á pasar por
            tan legitimos como Carlos IV: se hará valer esforzadamente la solemne unción
            con que ha sido confirmado el voto uniforme de los pueblos en su elección:
            se asegurará que ha sido elegido por el dedo santo de Dios para la felicidad de
            la Francia: será un nuevo pecado mortal atentar contra los derechos de su di-
            nastía: asi se ha predicado, y se predicará por todas partes, y en todos tiempos,
            mucho mas despues que se quiera hacer vales una larga detentación ratificada
            con los mayores esfuerzos en su defensa de las mismas naciones, que preside:
            o se verán los pueblos sujetos á un mismo tiempo por la fuerza, y por el miedo,
            y terror de las penas eternas. De modo, que en este estado los derechos de uno,
            y otro no provinen mas del consentimiento de los pueblos, y no de un con-
            sentimiento obligatorio á otras generaciones, sino á aquella que de presente lo
            sufre, ni por mas tiempo que el de su voluntad.
                    ¿Porque ¿quien á V. S. y á mi nos ha dado derecho para sujetar a la
            nuestra la voluntad de nuestros hijos y nietos? En ningún pacto social se com-
            prende, ni puede comprender tal derecho, y tal obligación: ni el juramento



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