Page 357 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Juan Pablo Viscardo y Guzmán
de cinco mil y tantos jesuítas y de americanos trescientos y tantos, que se dice
fueron desterrados por ricos y por inocentes, y esto para probar las crueldades
de la España, qué movimiento no causará en todos los fascinados?
Pero vengamos al asunto de la Carta: ella es un injerto de desatinos y
repetición de calumnias ya muchas veces refutadas; es una sedición compues-
ta con arte para herir en lo más interesante de las pasiones, para sublevar infa-
liblemente, y fomentar la rivalidad odiosa entre hijos y padres, o entre criollos
y gachupines. Su autor, el ex jesuíta, para compadecerse de los americanos
al principio del siglo cuarto del establecimiento de los auropeos en la Nueva
España, les recuerda tres siglos anteriores de servidumbre, de paciencia, de
obsequios personales, de esclavitud y de otras mil bondades de los america-
nos para con los europeos, recompesados por éstos, en trescientos años no
interrumpidos, con ingratitud, con injusticia, con servidumbre y desolación.
A estas cuatro palabras reduce la historia toda de la España con América; y
se difunde en las pruebas: por el comercio, que sólo se encuentra entre los
europeos, que exclusivamente se halla en aquellos; por las dignidades, por
los honores, por el dinero y por todos los bienes, que parece nacieron para
españoles de la otra banda, siendo así que los americanos no tienen ni un pan
que comer. Desenvuelve estas ideas perniciosas, paralogisando y repitiendo
las mismas impiedades y mordacidad de Montesquieu, de Voltaire, de Sidney,
de Lipsio, de Gottlob, de Boulanger, Noblot y Laet, tantas veces proscriptos y
reprobados; se acuerda del libro apócrifo, atribuido falsamente al venerable
Casas, sobre la destrucción de los indios, libro recogido por el santo tribunal,
libro falso, escrito por un francés, como lo demuestran los críticos y como se
evidencia también por otro verdadero y genuino que escribió el mismo obispo
de Chiapa, impreso en Sevilla el año de 1552, con el título de Tratado compro-
batorio del imperio soberano y principado universal que los reyes de Castilla
y León tieen sobre las Indias.
No nos detenemos en impugnar las contradicciones y embrollos de
este libelo, porque sobre el derecho de conquista han hablado con bastante
juicio el señor Solórzano, nuestro teólogo Vitoria y otros sabios españoles;
pero es cosa bien rara que el autor ex jesuíta, que tratando a los católicos reyes,
al emperador Carlos quinto y a Felipe segundo, de usurpadores y tiranos (sin
acordarse que doña Isabel fué la madre de la América, que si tenemos ganados
mayores y menores, los debemos todos a la maternal solicitud de aquella reina,
que empeñó sus alhajas mujeriles para la provisión de nuestras necesidades),
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