Page 356 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Volumen  1
                                                          Miranda, Viscardo y la difusión de la «Carta»
            de 1798, y la proclama que sigue: «Americanos baxo el yugo español», apo-
            yándose en aquella con el fin de seducir a la independencia, son entreambas
            dos producciones las más mortíferas, libertinas e incendiarias que se han visto
            jamás, y podemos decir con toda seguridad ser, tanto la carta como la procla-
            ma, mucho más temibles y de más peligro en América, y especialmente en
            México, que todos los cánones del actual déspota el intruso Bonaparte.
                    No dudamos que éste, valiéndose de sus astucias diabólicas, sea el au-
            tor de tales ardides, pues que, exitando a la independencia, si ella se verificaba,
            lograba en el entretanto la división, y entonces con fuerza armada todos los
            proyectos de su política machiabélica. Pero sea de esto lo que fuese, porque
            ahora no nos incumbe averiguar, bastará decir que la Carta toda es falsa, te-
            meraria, impía y sediciosa, injuriosa a la religión y al estado, a los reyes y a
            los pontífices; tan acre y mordaz, tan revolucionaria y sofística, que si el santo
            tribunal no aplica desde luego toda su actividad para sofocarla, pereceremos
            sin duda a la fuerza de los engaños jesuíticos y de la conjuración que se intenta
            con el título de la humanidad y del patriotismo.
                    Apenas sería creíble, si no lo palpásemos, el que después de tantos
            años de la expulsión de jesuítas, dure aún tanto la memoria de éstos, y que
            México se halle tan infamado en esta materia, que no duda creer originarse
            los males actuales de la Europa por castigos de aquella expatriación; podría
            decir, sin embargo, y sin temor de falta a la verdad, que no son los castigos o
            las penas de este pecado, sino las mismas culpas que motivaron el destierro,
            y que acá ellos fueron los que destronaron a Luis 16, y que, unidos a los farc-
            masones, que traen su origen de los templarios, intentan todavía el desagravio
            de la extinsión. No queremos aventurar proposiciones, ni que las conjeturas
            influyan, cuando tenemos la verdad en las manos. Es sobradamente cierto
            el fanatismo de muchos mexicanos en punto de jesuítas; de continuo se les
            tributan alabanzan públicas, y esto a ciencia y paciencia del gobierno, como
            si no estubiese prohibido; hasta el diariasta nos está poniendo, como si fuese
            cosa memorable: «tal día murió el padre fulano jesuíta», ya se cuenta esta y la
            otra acción ilustre, ya se dice lo mucho que trabajaron a beneficio de la buena
            educación, de la literatura y de la humanidad, etc., etc. Y para qué todo esto? Si
            no es con malicia, al menos es contra toda política. Ahora, pues, que se espar-
            ce una Carta en que se nos figura a los jesuítas bajo el símbolo de la inocencia
            perseguida..., qué impresión no hará en sus apasionados, en sus discípulos y
            en el vulgo ignorante? Ahora que se reclama al gobierno por la expatriación



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