Page 406 - La Rebelión de Huánuco. Vol 5
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Volumen 5
Oficios varios ante la Real Audiencia sobre las insurreción de los partidos de Huánuco, Panataguas y Huamalíes
También sabrá Vuestra Merced que en todo el tiempo de su empleo
nunca tubo libertad aun para salir solo de su casa sin que fuese acompañado
de la multitud de Yndios que lo custodiaba por el reselo que tenían de que
tal ves usase de algunos recursos para libertarse de esa opreción, cuyas cir-
cunstancias hacen nulos todos los actos que en esos casos se celebran. Sírvase
Vuestra Merced pues contestarme, en esta misma carta para contar la depo-
cición, y hacerla presente aquel Superior Tribunal donde con lágrimas en los
ojos trato indemnisar al infeliz de mi amado padre.
Soy su afectísima servidora que sus manos besa.
Petronila Crespo del Castillo (Rubricado).
Señora Doña Petronila del Castillo.
Muy Señora mía: Usted me suplica al contexto de su anterior carta, y
no puedo omitir ni desatenderla en materia que sé por cartas misibas que se
me han comunicado por persona tan valedera como sacerdote que presenció
todos los pasajes relativos á su infelis Padre. Yo estoy ausente de la Patria hace
serca de tres años y no he obligado el caracter, edad, y enfermedad de este
rejidor, y lo tengo presente casi diariamente por estrechés de amistad con mis
Señores Padres, y familiaridad conmigo. Boy a responderla con verdad, y es-
toy pronto a prestar mi Juramento solemnemente y no faltaré a la verdad en
asumpto tan delicado.
Tres son los puntos que solicita de mi conosimiento y noticia. El pri-
mero es reducido a que persuada la elección forsada e inboluntaria de General
que se hiso en el dicho si Padre por pública aclamación de aquella multitud
de indios insurjidos que conminaron con la pérdida de vida a la admisión
de semejante cargo. Yo por mi estado estoy prohibido a fiscalisar ni nombrar
los Autores, de aquella insurección, ni espresar sus causas que motibaron. Es
constante y cierto que su espresado Padre admitió aquel cargo por no per-
der su vida fue sorprendido por aquella multitud y fue sacado de su casa a
la Plasa Pública, amarrada la cabesa con tres pañuelos de Bicuña, como está
diariamente por la debilidad y enfermedad de su cerebro. Ací mismo corrió
riesgo Don Domingo Berrospi que sirbió tanto a la Patria en aquel desgra-
ciado día que bolbieron a inundar la Ciudad los rebelados indios, para ir al
ataque de Anbo con la tropa ausiliadora del Cerro. Su dicho Padre no ha sido
reboltoso ni inquieto, ni perturbador de la pas pública, si admitió ese empleo
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